09.

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Jackson

Sus suaves y dulces labios encajaron perfecto con los míos. Quise fundirme en él hasta ahogarnos por la falta de aliento pero su nerviosismo y nula experiencia me hizo retractar. Quería demostrarle mis verdaderos sentimientos, no asustarlo por querer profundizar más. No existía movimientos de nuestras bocas, sólo una suave presión. Un contacto leve que me hizo imaginar profanarlo completo.

Sin embargo, no era tiempo. Aún no.

Cuando nos separamos, Yugyeommie tenía las mejillas sumamente rojas. Sus ojos aún permanecían cerrados, como si no quisiese despertar de ese sueño. Sus labios brillosos estaban frente a mí, era tentador. La suavidad de esos preciosos belfos no podría compararlo. La seda se sentiría insultada si descubriera los labios de Yugyeom.

—Ja-Jackson...— balbuceó, llevándose los dedos de inmediato hasta toquetear y acariciar su boca.

Sus ojos buscaron los míos. Y... ¡Santo infierno! ¡Estaban cristalinos! Aguantando las ganas de lanzarse a su cama y fundirse en la almohada y llorar y llorar por horas, días, semanas, años o incluso décadas. Me asusté y lo atraje con fuerza, rodeé su cuerpo y dejé que su barbilla descansase sobre mi hombro.

—¿Por qué?— preguntó dudoso.

Comencé a dejarle besos tras su oreja y mis manos acariciaban su espalda, de arriba hacia abajo. Lo sentí estremecerse y no dudé en aventurarme a sentir más de cerca su blanquecina piel. Deslicé una mano por debajo de sus prendas y con ternura rocé su costado. Justo sobre el precioso tatuaje que marcaba esa parte de su cuerpo.

Se removió y rió fuerte, pensó que le hacía cosquillas y yo no buscaba eso. Mis manos confirmaron mis deducciones, Yugyeom era como una flor delicada que debía cuidarse y regarse todo el tiempo. Es hermoso, suave, risueño y sobre todo, alguien de sentimientos puros.

—¿Quieres ir adentro?— pregunté, la brisa comenzaba a sentirse más fría y aunque no quería, Jaebum regresaría pronto.

Y estaría molesto, que va. Escupiría fuego por los ojos y boca.

—No— refunfuñó, alejándose de mí —¿Quiero saber por qué me has besado?

Cielos. Yugyeom también era tan obstinado.

—Te lo diré. Créeme que sí. Pero ahora debemos entrar, la noche se vuelve más fría y no quiero verte resfriado— tomé de su muñeca con ternura y lo obligué a caminar. Se rehusaba, también era ese típico niño caprichoso.

—No quiero— sus labios se abultaron, niño o no, esos pucheros eran tiernos.

—Ven, Gyeommie— traté de convencer, otra vez, —No me hagas llevarte en brazos.

Lo siguiente fue inesperado. Él se aferró a mí de frente y rodeó con sus largas y esbeltas piernas mi cintura, sus brazos rodearon mi cuello como un koala. Soltaba risillas, le divertía y a mí me dejaba como un idiota sintiendo su calidez, escuchando como mi corazón latía desenfrenado. Me emocioné, cualquier rastro de recuerdos de los brazos de JB rodeándolo, se había ido de mi cabeza.

—Si no me dices lo que necesito saber cuándo lleguemos a mi habitación, estaré muy enfadado contigo hyung— amenazó, aun así me hizo sonreír. Como amaba la forma infantil que adoptaba cuando quería respuestas de inmediato.

—No sé si darte las razones por las que muero por besar tus labios otra vez— dije, ganándome un pequeño golpe de sus nudillos empuñados en mi cabeza.

—¡Camina Jackson! ¡Ya tengo frío!— chilló en mis oídos.

Comencé a caminar sosteniéndolo con firmeza. Pasé mis manos por debajo de sus piernas para evitar que cayera, pero un pensamiento fugaz atravesó mi cerebro. Dejé que mis dedos se aventuraran un poco más y apretujé sus glúteos.

Amor ConfusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora