Después de pasarme toda la mañana paseándome por el barrio de las Bellas Artes, al fin me dispongo a volver a mi casa.
Ir a un lugar que no frecuento y en el cual me pierdo con suma facilidad, sólo para capturar fotografías de cosas y personas que luego tendré que dibujar es algo que definitivamente no me incentiva.
1. Odio el ramo de Dibujo.
2. Me hace sentir como una psicópata estar fotografiando a la gente. O como una turista. Quizá un poco de las dos.
3. Dibujar a partir de fotografías es una de las cosas que más me cuesta hacer, aunque parezca lo más facil del mundo.
Además me estoy muriendo de hambre, pero ese es otro cuento.
Antes de entrar al metro subterráneo me detengo una última vez para observar la entrada de un pequeño, pero muy elegante hotel, al otro lado de la calle. Tiene una pileta de agua muy linda, y me llama mucho la atención la forma en que el agua cae desde las tres fuentes dispuestas desde la más pequeña en la parte alta, hasta la más grande como soporte, porque no es como otras fuentes aburridas que he visto, esta es más delicada y bonita, y pareciera que el agua cae con más lentitud. Por lo demás, se encuentra a un costado de la puerta, casi llegando a la calzada para peatones, como si fuese mitad propiedad del hotel y mitad propiedad de las personas que circulan por la vía pública.
He pasado como un millón de veces por aquí en la última hora, sin embargo no me había fijado en ese muy buen elemento para mis dibujos.
Entonces pongo la camara frente a mí y, mirando fijamente a la pantalla, busco la altura perfecta para hacer la fotografía. Presiono el botón para capturarla, y justo en el instante en que el sonido del enfoque suena, advierto que un chico acaba de cruzarse justo delante de la fuente, al otro lado de la calle. Bajo la cámara al mismo tiempo que él baja la suya y sonríe. ¿Él acaba de tomarme una foto?
Pasmada, reviso la imagen en mi cámara, y sólo lo he capturado a él y a su cámara apuntando hacia mí, mas la fuente de agua no tiene ni una pizca de protagonismo detrás de él. Vuelvo a mirarlo tentada de risa. Él se ríe también y continúa su camino, uniéndose al grupo de personas que, me imagino, son sus amigos. Lo observo revisar la imagen de su cámara y sonreír mientras camina.
Vuelvo a capturar la misma escena, esta vez asegurándome de que nadie se cruce por delante de la fuente.
Cuando vuelvo a mirar al chico, ya está a punto de doblar en la esquina y desaparecer, y justo antes de hacerlo me mira una última vez. Yo vuelvo a reírme. Entonces guardo mi cámara y bajo al tren subterráneo para volver a mi casa.
Él no va a servirme para el trabajo de Dibujo. Sin embargo ha sido la fotografía más interesante que he hecho hoy día, aunque no lo parezca en absoluto.
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No empieces, Eff.
RandomEeeeeeesssto no es una novela :) Tampoco un diario. Es solamente un pequeño surtido de anécdotas que me han pasado alguna vez. Nada, nada de ficción. ¡Por primera vez! -Eff.