Delicia de taquilla - Cαρíтυℓσ 2

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Álvaro hizo presencia en el aula, algunas chicas le miraban con la esperanza de que sus globos oculares al menos pasasen por sus asquerosos y babosos rostros. Creen que esta es la típica historia de amor en la que el chico gay resulta no serlo y mágicamente se enamora de tí, bla, bla, bla.

Justo detrás de mi querido castaño del cuál ahora dejaré foto, vino el profesor de historia.

Justo detrás de mi querido castaño del cuál ahora dejaré foto, vino el profesor de historia

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Se sentó al lado de Alba, como no. Simplemente le saludé con mi sonrisa nerviosa, él correspondió mi saludo y se sentó enfrente mía y de Yui.

Nos quedamos toda la clase de historia hablando entre susurros el plan para conquistar a Álvaro. Ella era una buena amiga, quizás me hiciese pasar ratos vergonzosos pero es Yui, no se puede esperar mucho de ella.

A pesar de los constantes regaños por parte del profesor seguimos hablando hasta finalizar la hora, decidimos varias cosas y las pusimos en una lista.
Esta es la lista:

1. Mi nombre sería Yale.

2. Nunca me referiría conmigo misma como chica.

3. Todos los días debo dejarle comida y notas románticas en la taquilla.

4. Debo guardar la llave de la taquilla como si fuese mi vida.

5. Si alguna vez quedo con él, debo parecer un chico.

6. Y por último y más importante: No contarle nada a mi madre.

Lo escribirnos en un papel super decorado con rotuladores y esas cosas y me guardé la hoja en mi mochila.

Sonó la sirena, ahora habría un pequeño descanso entre que viene un profesor y se va otro. En ese descanso Álvaro se rió un poco diciéndonos que sería mejor que no hablásemos tanto, que nos podríamos meter en algún lío, es muy considerado... En fin, después de esas palabras Alba nos dió la llave de la taquilla de Álvaro, parece ser que tiene ella una vopia.

—Hacedle una copia a la llave esta tarde, mañana me la devolvéis... No os preocupéis, no necesitaré la taquilla hoy. En el recreo me lo llevaré al baño para enseñarle una cosa, en ese tiempo podéis meterle la comida en la taquilla.

—¿Por qué tienes una copia de su llave?

Pregunté algo celosa, detesto que se tengan tanta confianza el uno con el otro. Seguro que esta maldita sabe un montón sobre él.

—Oh, es que como somos muy despistados si a uno se le olvida la llave, la tiene el otro. Es bastante efectivo, nos a salvado de más de una situación.

—Entiendo... Gracias.

—De nada, Ash.


El profesor de la siguiente hora entró junto a los alumnos que estaban en los pasillos del instituto. Las horas se hicieron eternas y según se acercaba la hora del recreo mis nervios iban en aumento hasta el punto en el que sonó la dichosa sirena y di un pequeño salto del susto.

Yui se rió de mí por mi pequeño brinco, no me quedó más remedio que reírme también me reí junto a ella para después levantarme de mi asiento, despedirme e ir al pasillo en busca de la taquilla de Álvaro.

Caminé con paso intranquilo por aquellos pasillos abarrotados de personas deseosas de volver a ver la luz del sol y sentir un poco de aire en sus rostros... Y también estirar un poco las piernas, ¿No? Es agobiante estar tres horas sentado sin hacer nada salvo escuchar.
Pero bueno, volviendo a lo que estoy haciendo ahora. Caminé hasta el pasillo de las taquillas buscando la suya... Casualmente su número era la fecha de mi cumpleaños: 2007. Veinte de Julio.

Al llegar a la taquilla agarré la llave que me dió Alba y abrí la taquilla, tenía varias pegatinas, cuadernos y libros, todo bastante bien organizado verdaderamente.
Dejé el almuerzo que le preparé sobre una de aquellas pilas de libros junto a la notita, sonreí gustosamente. Iba a cerrar su taquilla pero algo brillante llamó mi atención. Era una púa de guitarra. La agarré y la observé, tenía el mismo diseño que las rayas de una cebra, pero en vez de ser blanca y negra era verde y negra... Verde como sus ojos.

Agarré aquella púa y me la guardé en el bolsillo para después cerrar la taquilla con llave, mirando a varios lados, escuché unos pasos y las voces de Alba y Álvaro, así que presa del pánico corrí en la dirección contraria de la que ellos venían, y como no, con mi propia torpeza me tropecé en aquél suelo liso.
Los chicos abrumados por el ruido vinieron por el ruido de la caída.

—¿Estás bien, Ashley?

Preguntó Álvaro extendiéndome la mano para levantarme, agarré su suave y cálida palma para después recupera la postura y equilibrio.

—Sí... Gracias... A-ah... Soy muy torpe...

—Ja, no pasa nada, todos tenemos un día malo, ¿Te apetece venir con nosotros? Íbamos a la biblioteca.

Me preguntó el chico de cabellos castaños abriendo su taquilla, en ese momento sentí mi corazón palpitar bastante agitado, y seguramente también tenga las mejillas coloradas.

—¡Claro!

Afirmé gustosa, él me sonrió junto a la maldita de su amiga y miró dentro de su taquilla alzando una ceja.

—¿Y esto?

Preguntó agarrando el almuerzo y la nota para después suspirar.

—Seguramente otra chica que sigue con la esperanza de que me vuelva hetero... A ver...

Comentó el chico abriendo la nota.

—Léela en voz alta.

Le ordenó Alba deseosa de saber que ponía.

—Está bien pequeña cotilla... Jajaja pone...
"Hola Álvaro, hice este almuerzo pensando en tí, espero que te guste, me pareces un chico interesante y me gustaría conocerte más, cada vez que te veo mi corazón parece que se va a salir de mi pecho, me gustaría que tú me vieses de la misma manera de la que me ves tú. Firmado: Tu admirador secreto"

Álvaro al leer que era un chico se sorprendió gratamente, se le notaba en el rostro.

—¡Por fin! ¡Un chico! Seguro que es majísimo, y parece cocinar de lujo, que ganas de conocerle...

El chico de cabellos castaños volteó la nota, ahí había un Instagram que creé anoche para hablar anónimamente con él.

—¡Genial! Esta noche le hablaré.

Nunca me había sentido tan contenta de escuchar esas palabras salir de su boca.

Food boy [YAOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora