Capítulo III

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A mi lado se encontraba un rubio con el cabello alborotado un poco largo, ojos marrones intensos, mucho más alto que yo vestido con una camisa blanca abierta como a dos botones, jeans y unos zapatos en juego con la demás vestimenta.

Marcus.

De todas las personas que hay en el instituto, ¿no se podía acercar otra para pedirme hablar?. Ya había tenido un problema para venirme a enojar nuevamente por culpa de éste estúpido, sinceramente no sé que quería así que fui directamente al grano y se lo pregunté, no me agradaba la idea de pasar mucho tiempo junto con él, eso daría mucho de qué hablar entre el poco de ineptos que se encargan de difundir los chismes como primicia, no me importa lo que digan pero tampoco me gusta darles el gusto de hacerlo.

-¿Qué quieres Marcus?- lo miré con cara de fastidio, hasta en mi voz se notó dicho sentimiento.

-¿Dónde está mi beso y el "Hola, mi amor, cómo estás"?- listo, comenzó hartarme, era la persona menos indicada para hacer ese tipo de juegos. Cerré el casillero de forma brusca empezando a caminar a quién sabe dónde, solo quería irme de allí, justo hoy la campana se hacía eterna.

Que fastidio.

-Epa, Blue, solo bromeo estás muy sensible- me agarró del brazo y rodé los ojos.-,¿a caso no me puedes dar una segunda oportunidad?, por favor; en serio cambié por ti.- dijo volteandome hacia él.

Ni el mismo se cree esas palabras que acaba de decir.

Lo miré fijamente aún sin creer que en serio había dicho eso, su cara de desespero al ver que no salía ni una palabra de mi boca se hacía notar, hasta que finalmente se lo dije.-Ve, primero: no tienes derecho a llamarme así, segundo: no tenías que esperar a perderme para "cambiar"- hice señas de comillas con mis dedos al decir la palabra cambiar.-,tercero: y trataré de ser lo más clara posible, no quiero que me hables, ¿entiendes?, olvídate de eso, de segundas oportunidades, de que algún día pudo haber "un nosotros" porque ya no es así.- no era la primera vez que me lo pedía y seguia firme en que prefería dejar las cosas como estaban, tristemente me agarró con los apellidos cruzados y no estaba para tolerarlo. Sabía sobre mi apodo familiar debido a que escuchó a mi madre llamarme así al venir un día por mí al instituto, no suelo decirle a nadie que mi familia me llama así.

-Afgs, está bien.- se quejó llendose en sentido contrario a donde yo iba. Me sorprendió el hecho de que se fuera tan rápido, suele ponerse muy insistente e intenso, no me gustaba tratarlo así pero a veces se debe pensar antes de actuar, él no lo hizo y no creo que lo este haciendo.

Marcus, es un año mayor que yo, nos conocimos cuando él estaba en segundo y yo en primero, solíamos hablar por chat, en persona, salíamos, pasábamos tiempo juntos, parecía muy lindo, empezamos a tener una especie de relación más allá de una amistad pero nada concreto. Un día estábamos en las gradas de la cancha y debido a la confianza que teniamos me dijo que le sujetara sus cosas ya que iba a jugar fútbol, dejándome así su celular, su bolso y chaqueta, solía ver las fotos de su teléfono para pasar el rato y él no tenia problema con ello, luego de unos minutos le llega un mensaje: 《Hola, bebé, estuve pensando en ti... ¿cuándo nos vemos?, te extraño.》, me extrañó un poco, al principio no quería abrirlo pero la curiosidad pudo más.

Y mi decepción comenzó.

Trataba a todas por igual, cualquier chica que le escribía era lo mismo, hasta se veía con algunas en los mismos lugares a los que íbamos y supuestamente me decia que eran especiales, me sentí como un juego, que no tenía importancia alguna. Antes de tener sentimientos más grandes por él decidí dejar todo como estaba y desde ese mismo día dejamos de hablar, no quería seguir confundiendo las cosas, pasaría a ser otra ilusa detrás de él mientras sólo me vería como una más del montón. No entendia cual era la ciencia de estar con tantas chicas a la vez, ilusionarlas a todas para luego, ¿qué?, que tarde o temprano se den cuenta de como eres y las pierdas a todas, ¿qué de divertido tiene eso?, hacerlas sentir mal, que no valen nada, destrozar sus sentimientos y al final de todo, llegas a tu casa y estás solo, tal vez pierdas a muchas chicas que realmente valen la pena por tan sólo verlas como un juego, y cuando verdaderamente quieras tener a una persona solamente para ti puede que te paguen igual o peor porque lamentablemente el karma se encarga de poner a cada quien dónde merece estar.

DESCONOCIDOS [Tó]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora