Prólogo

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Allison Argent fue llevada por guardias de seguridad entre medio de las masas de periodistas que se agolpaban en la entrada del funeral en el cementerio de Beacon Hills.

¿Acaso no se podía tener un funeral en paz? Había pensado Allison una y otra vez en el correr de la hora en la que fue atenazada por preguntas de todo tipo.

Y quizás, lo peor de todo era que no sabia como responderlas, no podía comprender nada de lo que había sucedido desde que sus padres le habían contado que su tía, su joven tía Kate, había sido asesinada en el pueblo.

Ahora, se encontraba frente a su tumba, ignorando completamente las palabras del cura mientras intentaba asimilar lo que había sucedido.

Intentaba, realmente intentaba comprenderlo, intentaba entender como su vida había cambiado tan drásticamente en una semana. ¿Cómo podía todo haber ocurrido tan rápido? Tanto que apenas se había dado cuenta de lo que había sucedido.

Sus padres habían decidido mudarse a Beacon Hills luego de contarle sobre su herencia familiar, la herencia que ella nunca había querido, la de cazar criaturas sobrenaturales. Un antiguo linaje que se extendía por su sangre, siglos de muerte, de sangre y de cacería.

¿Por qué le haría daño a alguien que no le hizo daño a ella? Pero ahora, frente a la tumba de su tía, frente al cielo limpio de nubes y con el sol brillando, ella comenzó a odiarlos.

Era una emoción oscura, una que sentías enredarse en tu corazón, como ácido de baterías en tu garganta.

Nunca había sentido eso hasta ese día, hasta que había entendido que existían criaturas malvadas en este mundo, criaturas capaces de asesinar a alguien inocente como lo había sido su tia.

Si, puede que haya sido un poco salvaje y temeraria, e incluso puede que haya sido una cazadora. Pero no se merecía ser asesinada. No merecía ser tratada como un animal, ni merecía que su cuello hubiera sido cortado y haberse desangrado hasta la muerte.

Porque ¿Acaso merecía eso? Ningún ser humano merecía no tener la oportunidad de absolverse de sus pecados. Y puede que quizás ese linaje familiar la hubiera llevado hasta su tumba, pero ¿Habria acaso sido diferente? ¿No era de eso de lo que se encargaba su familia? ¿De evitar que más muertes sigan ocurriendo  y que los culpables salgan impunes?

Solía recordar como su tía había mencionado que su familia era como la mafia, o un conserje de limpieza. Se encargaba de limpiar todo lo malo que había para que todo sea mejor.

¿Una persona podía decidir que era mejor y que era peor? ¿Acaso eso importaba?

De repente se dio cuenta que todo a su alrededor se había vuelto silencio, alzando la vista vio que su abuelo, Gerard, se había levantado y caminaba junto al  cura.Su abuelo tenia el porte de un guerrero a pesar de llegar casi a los ochenta años, no tenia cabello aunque su fría cabeza estaba bajo un gorro negro que hacia juego con su traje.

Sus ojos eran de un frió azul, y su semblante era serio, pero no podía decir mucho sobre ello.

Ella lo había conocido hacia unas pocas horas, pero según su padre el había estado con ella desde que era pequeña.

No lo recordaba,   su familia residía en Francia, pero sus padres habían cambiado de ciudad por el trabajo y nunca permanecían en el mismo sitio demasiado tiempo.

Eso había hecho que rápidamente hubiera buscado una manera de poder sobrellevar el hecho de que apenas conocía al resto de su familia y de que nunca tenia amigos por demasiado tiempo.

Pero a veces pensaba ¿Para que servía tener esos amigos si serian arrastrados a una vida donde sus cabezas tendrían precio? ¿Donde cada criatura sobrenatural les perseguiría para hacerle daño a su familia?

No tenia sentido siquiera intentarlo.

-Œil pour œil,sang pour sang, vie pour vie.-pronuncio,  la voz de su abuelo sonó firme y gruesa. Desprendía tal autoridad que Allison no parpadeo mientras el pronunciaba las palabras.

A pesar de su poco tiempo en Francia, su padre le había obligado a aprender el idioma, diciendo que era algo que pertenecía a su familia, sus raíces. Que era importante entender de donde venias y que ello te definía como persona.

Por esa razón, ella pudo entender lo que su abuelo había dicho : Ojo por ojo, sangre por sangre, vida por vida. Era la antigua llamada de venganza de los Argent, creada siglos atrás donde solo ellos comprenderían su significado.

Ellahabía estudiado sobre ello presa de la curiosidad cuando era más joven, al pronunciar esa frase, no solo juraba venganza, sino que era un sacrificio, algo que mantenía el orden natural de la vida.

Cuando alguien bueno moría, alguien malo debía de morir también. El asesino de Kate debía de morir, o el caos caería sobre la ciudad y sobre toda persona que haya estado relacionada con los Hale.

Allison alzo la vista desde donde la había bajado y sus ojos se chocaron con los fríos ojos de su abuelo, Gerard. Quien la miraba fijamente, como esperando algo, una antigua enseñanza que se les inculcaba a todo Argent era el código del cazador. Los hombres nacían para ser guerreros, pero las mujeres eran las lideres. Solo ellas tenían la cabeza lo bastante fria, pero a la vez, lo bastante humana para poder tomar una decisión sabia.

Podría haber dicho o hecho cualquier cosa, podría haberle dicho que ella no estaba a favor de la venganza, que ella no mataba, que noe ra como ellos, una cazadora.

Podría también haberle dicho que no se creía capaz de herir a nadie, o que no podría mirar a los ojos de una persona y matarla.

Pero, al recordar los ojos de su tia la ultima vez que la había visto, su alegre risa y su forma de andar por la casa sacudiendo sus cabellos café con un simple toque de dorado.

Allison no tuvo duda de que lo haría.

Ella abrazaría la venganza.

Porque a veces, el dolor que te habían hecho era tan grande, tan doloroso, que solo quedaba una cosa :

La venganza.

-Tuez-les tous-dijo, «Los mataremos a todos­ » 


Dispara | Teen Wolf #3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora