Cap.7 .2 - Memorias nuevas para el futuro.

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Narra Nathanael

Después de la llegada de la hermana de Alexander, nos pusimos a charlar un buen rato. Le ofrecimos de comer, pero según lo que ella decía acababa de comer cuando partió para casa de sus padres. A decir verdad, Angélica me estaba callendo muy bien. Era todo lo contrario al amargado de su hermano. Era alegre, extrovertida, amable, cariñosa, aduladora, todo lo que me hubiera gustado ver en Alexander. ¡¡Pero nooooo!!, él tenía que ser grosero, frío, cortante, serio y muy aburrido. Parecían polos opuestos.

Ya hasta me las estoy ingeniando para que ella me ayude a darle celos a Alexander..... bueno, tal vez exagero un poco. Pero es que encerio empiezo a creer que vine aquí para nada. Estábamos tan distraídos hablando de banalidades que se nos olvidó que la prima de los hermanos Williams, Iracebeth, había amenazado con venir con su padre, lo cual no hizo. No se sabe si es porque se le olvidó, o se le rompió una uña en el camino de regreso.

Todos nos fuimos a dormir después de esa agradable plática. No podía dormir, porque seguía pensando en el cuento de terror que nos contó Lady Mary. Pensé en ir al cuarto de Alexander y pedirle permiso para dormir con él, sólo por esa noche, pero me dió tanta pena el sólo pensarlo, que terminé llendo con Angélica. Al día siguiente, todo transcurrió normal, pues desde la terrorífica narración, no me quedaban muchas ganas de ir al bosque. En vez de eso, fuí a la ciudad de compras con Angélica y Lady Mary. Lo curioso es, que en la plaza nos encontramos con mis padres. Corrí con todas mis fuerzas a abrazarlos, y ellos no perdieron el tiempo, pues casi me rompen las costillas.

Les platiqué lo agradable que era mi vida con los Williams, y que los extrañaba demasiado. Pero llegó el momento que tanto temía.....

-Y bien bebé, ¿Cómo te está yendo con tu Alfa?, ¿Ya sientes ganas de casarte con él?- preguntaron mis padres, un cuestionamiento respectivamente.

Me quedé callado un buen rato, pensando en las palabras adecuadas.

-Creo, y espero que bien. Sinceramente, no sé si vaya a funcionar. Saben lo que dicen, "Amar a alguien que no te ama es como esperar el tren en el aeropuerto"- dije con severa tristeza. Estaba seguro de que yo sentía algo diferente hacia el Alfa, pero la cuestión es si ese insignificante sentimiento era correspondido, porque no lo aparentaba.

En fin. Estuve en compañía de mis papás por el resto de la tarde. Me platicaron que les estaba llendo bien con sus trabajos, y que hasta habían remodelado la casa. Yo les platiqué que a partir de la próxima semana comenzaban mis clases privadas, y que me daba bastante angustia, pues yo tenía la idea de que las instructoras particulares eran súper estrictas.

Comimos un helado, reímos, nos abrazamos y la pasamos bien hasta que Lady Mary fué a buscarme. Mis papás me dijeron que se mudarían conmigo cuando decidiera si me casaba, y que me mandarían cartas muy seguido.

Y así lo hicieron por los próximos dos meses. Dos meses en los que aprendí mucho con la instructora, la cual era un amor de persona. Dos meses en los que no avancé nada con Alexander.

Empezaba a deprimirme, no porque quisiera y fuese débil de mente, sino porque mi instinto de Omega exigía atención del Alfa, atención que Alexander se negaba a dar.

Con los días fuí empeorando. Mi cabeza retumbaba, mis ojos estaban rojos, empezaba a palidecer cada vez más, me costaba respirar, tenía horribles dolores en el abdomen, y no podía evitar llorar en las noches de lo abandonado e inútil que me sentía. Mi malestar llegó a tal punto que el médico de cabecera me dió orden de no levantarme de la cama.

A veces Alexander me iba a dar el desayuno, pero yo sabía que era porque Lady Mary lo amenazaba para que lo hiciera. Llegó el día en el que se suponía empezaba el infierno de mi celo, pero no pasó nada. Me sentía tan enfermo y mi cuerpo estaba en tan mal estado que no produjo ningún cambio ni malestar adicional.

Viéndome librado, me puse a dormir, con la misma pesadez que hace dos semanas, cuando empezaron los síntomas de abandono.

Narra Alexander

Con esta, se cumplen dos semanas desde que el Omega rubio está raro. Sospecho que lo hace para acaparar atención, pues he visto como otros Omegas lo hacen( en las novelas :v), pero no creo que pueda fingir palidez y se retuerce del dolor de una manera muy realista. Cuando el doctor vino a revisarlo cuando yo no estaba, y llegué cuando acababa la consulta. Vi que llevó a mi mamá a un rincón y le susurró algo. Lo único que alcancé a escuchar fué un "si esto sigue empeorando, existe un enorme riesgo de que fallezca. No hay tratamiento médico, pero siga las instrucciones que le dí, y mejorará".

Traté de ignorar lo que escuché por un par de días, pero cuando lo recordaba, mi Alfa interior me gritaba que era mi culpa, y que tenía que solucionarlo.

Después de esos dos días, me dirigí a la alcoba del menor en la noche. Estaba dispuesto a disculparme, pero había tardado todo el día en decidirme.

Entré haciendo el menor ruido posible, para encontrarme con una escena que me hizo querer llorar y sentirme la peor persona del mundo. Allí estaba él, durmiendo plácidamente con un rastro de lágrimas sobre sus irritadas mejillas. Me acerqué a su lecho, arrodillándome ante él, y limpiando las lágrimas de ese bello rostro.

-Al diablo mi trauma- susurré para mí mismo. En ese momento mi cerebro hizo click con mi instinto. Me levanté para cerrar la puerta, me volví a aproximar a Nathanael y deposité un suave beso sobre sus párpados. Me recosté lentamente a su lado, tratando de no despertarlo, y lo abracé para ofrecerle la calidez que no supe darle durante esos dos meses, por tarado. Así terminé por dormirme.

Lo que no sabía era que aquel pequeño bulto rubio, cubierto por las sábanas hasta el cuello, estaba despierto.

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Qué les digo, estaba darks :'v




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⏰ Última actualización: Feb 18, 2019 ⏰

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