Narra Nathanael:
Como parte de mi rutina diaria, me levanté antes de que el imponente sol ascendiera hasta el cielo.
Me dirigí a la cocina en donde se encontraba mi madre y le dí un beso en la mejilla a modo de buenos días, posteriormente le dí un abrazo a mi padre, quien estaba tratando de barrer, y si, tratando, porque lo hacía fatal. Después de un desayuno muy agradable, subí a la planta alta y me dí una relajante ducha.
El día anterior, papá habló conmigo y me relató lo del problema del pago de la hipoteca. Me dijo que como estaban las cosas teníamos dos opciones: o dejaba la escuela y pedíamos un préstamo al banco, o ibamos a la ciudad y buscábamos un empleo en el que hubiera mejor sueldo.
La primera opción la descarté de inmediato. Estudiar era algo que me apasionaba y algo que pensaba concluír a toda costa. Así que quedamos en partir rumbo a la ciudad en la mañana, muy temprano.
Así como me lo pidió mi padre, me vestí con mis mejores ropas, y me perfumé un poco.
-Nathan!!!!, El carruaje de la señora Hollister ya llegó por nosotros!!-Gritó mi padre hasta el punto de casi dejarme sordo. Lo único que escuché después de su grito fue el sonido de la chancla de mamá estrellándose en su cara y un:
-Dentro de la casa no se grita!-con un grito, por supuesto.
Después de eso bajé a todas prisas la escalera, claro sin correr, puesto que si lo hacía, yo también despertaría la furia de "La Generala Mary" y su "Chancla Letal".
Me reuní con mi padre en el patio de la casa y nos dirigimos a abordar el carruaje.
Fueron casi cuatro horas de viaje sin descansos, y ya no sentía mi trasero. Cuando llegamos lo primero que hicimos fue estirar las piernas y suspirar agotados.
En mi vida había viajado a la ciudad, y sinceramente, me estaba encantando.
Era hermosa a mis inexpertos ojos. Había tantos edificios tan grandes.....era todo nuevo. Había balcones, cafés muy elegantes, pasaban personas que tenían pinta de aristócratas, y sus ropas hacían que mis ropas parecieran las de un mendigo. Y puede que fuera así. Comparado con ellos no era más que un pobre gato callejero.
Pasaron las horas y cuando nos dimos cuenta, ya era medio día. Habíamos ido a aproximadamente trece entrevistas sin éxito alguno. A mí me negaron trabajo porque para ellos estaba demasiado delgado y me veía muy débil, y a mí papá supuestamente por la edad(ya no era un jovencito). Pero ambos sabemos que fue porque somos Omegas.
-Viste la forma en la que nos observaban?.....el que seamos Omegas no les da el derecho de despreciarnos. Si hubiera querido le hubiera dado una paliza a ese Beta engreído!!-Dije indignado al término de la última entrevista.
Ya cansados, nos sentamos en la orilla de una fuente en la plaza principal. Me puse a ver las construcciones de mi alrededor, embelesado. Nos encontramos en una especie de ciudadela conformada por varios edificios de apariencia antigua. Había de todo. Fruterías, cafés, boutiques, zapaterías, joyerías y herrerías abundaban.
Estaba tan embabado que no me percaté de que un aristócrata de unos 65 años se me había quedado viendo como si hubiera visto algo increíble, casi como un fantasma, porque parecía que se le fuera a caer la quijada. Por poco pensé que era algún pedófilo. Ya me estaba mentalizado para salir corriendo, cuando, percatandose de que estaba actuando extraño, se reincorporó y se acercó cortésmente a saludarnos.
-Buenas tardes caballeros, hace una espléndida tarde, ¿no es así?-Mi padre, creyéndolo sospechoso, se levantó y se puso enfrente mío.
-Vaya directo al grano. Nadie se hacerca casualmente a hablar sobre el clima-Mi papá le dedicó una severa mirada, que no admitía otra alternativa mas que contestar.
-Bueno, me ha descubierto. En efecto señor, no vengo a hablar con usted sobre clima. Seré directo, me gustaría que me concediera la mano de su hijo-Eso en efecto nos dejó desconcertados a mi padre y a mí.
-¡¡¿¿¿¿Está usted loco????!!, Tiene como cuatro veces la edad de mi hijo!, Y ni siquiera sé quién es!-Dijo con un tono de indignación el hombre que me había dado a luz.
Yo no había opinado hasta el momento porque tal era mi confusión que no distinguía si estaba alucinando por el calor o era real. El desconocido dió una estruendosa carcajada e hizo un ademán de despreocupación con la mano.
-¡No sea ingenuo!, por supuesto que no es conmigo con quien se casaría. Le pido la mano de su hijo para comprometerlo con mi hijo mayor. Él tiene 18 años y será el heredero de mi familia-Hablo el regordete personaje.
-......Herencia?....-
-¡Oh!, Todavía no me he presentado,¿En dónde están mis modales?. Mi nombre es Richard Williams, soy el dueño de la villa que se encuentra en los límites con el bosque y el duque de Alba. ¿Y usted es?- Mi padre en su sorpresa, tardó en reaccionar.
-Mi nombre es Antonio Carlton, un humilde campesino. Y él es mi único hijo, Nathanael-
-Campesino, ¿Eh?. Y qué los trae a la ciudad?- preguntó con curiosidad el Duque Richard.
-Vera, hace poco nos acaba de llegar un aviso de la hipoteca. Por el momento no podemos pagar la deuda, y si no lo hacemos nos correrán de nuestra casa-Dijo desanimado mi papá.
-Y vienen a buscar un mejor empleo. Por sus caras, puedo decir que no han tenido éxito, ¿Cierto?-Puso una cara triunfante.
-Si.....en efecto, no hemos encontrado nada-.
-Le propondré algo. Si usted me concede la mano de su hijo en matrimonio para el mío, yo pagaré la deuda de la hipoteca, le daré un empleo a usted y toda su familia, y una propiedad cerca de mi mansión, pero, por lo que más quiera, concédale a este viejo el gusto de ver a mi hijo casado con el suyo-Dijo a modo de ruego.
Yo ya empezaba a desesperarme. Hablaban de matrimonio, empleo y no se qué más, pero algo estaba seguro, por el bien de mis padres, debería aceptar, aunque no me gustará la idea de casarme con un desconocido. Pero eso sí. Pobre de aquel diablo si se atrevía a sobrepasarse conmigo. No le quedarían ganas de volverlo a hacer.
-¿Y bien?, ¿Tenemos un trato?-Exclamó el Duque.
-Me parece un muy buen trueque, así que, sí. Le concedo la mano de mi hijo-.
La facilidad con la que mi padre aceptó prácticamente venderme, me hizo dudar sobre si realmente me quería, pero bueno, tal vez tenía sus razones. Mas tuve que aguantarme el sentimiento y las ganas de llorar.
-Esto es un trato entonces, un placer hacer negocios con usted señor Carlton. Mañana vendré aquí a recogerlo a la misma hora-Concluyó aquel hombre.
Por lo menos, entre toda esa tormenta de desesperación y confusión, tenía la oportunidad de despedirme de mis padres y, por alguna extraña razón un buen presentimiento sobre ésto.
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•||Intercambio||• (Omegaverse)
Roman pour AdolescentsEn un mundo en el que gobiernan las jerarquías y el nivel social, un joven omega de cabellos dorados y ojos azules como cristales, aprenderá lo difícil que es sobrevivir perteneciendo a su jerarquía y siendo pobre. Pero un curioso acontecimiento cam...