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Ecos en los sólidos pasos de Kiefer retumbaban en el solitario y oscuro pasillo de aquel sombrío castillo. Sintió algo que única y exclusivamente sentía cuando hablaba con él: miedo.
El malvado tomó una última bocanada de aire antes de llamar al portón. El cuerpo le temblaba y una gota de sudor se deslizó por su rugosa faz.
De pronto la gigantesca puerta se abrió haciendo un pavoroso estruendo. Kiefer siguió la imponente sombra hasta que... sus miradas se cruzaron. Kiefer observó aterrorizado al demonio encarnado en hombre. No había persona que temiera más que a nada más y nada menos que a su propio hermano.

        - No tengo tiempo para tonterías, Kiefer-su hermano ni lo miró a la cara.
        - No se trata de ninguna tontería, sino de una venganza- dijo Kiefer aún temblando.
        -Quiero nombres, quiero pistas. Y no me las das.
        -Liam Gates. Es un bandido-Kiefer entrelazó sus manos y miró hacia el suelo esperando impaciente una respuesta de su hermano.
        -Puntos débiles.
        -Su chucho Max y su niña amada moribunda y rica Rose Mayer.
         -Motivo para acabar con él.
         - Me lleva robando desde que sé de su miserable existencia. Ese bicho merece morir, Satanás.
          - Si lo matas tan solo pasará a ser una estadística y no pagará por nada. Obedece a tu hermanito y prueba con la técnica del trueque.
           -¿La técnica del trueque?-Kiefer no entendía nada.
            -Si él te ha quitado algo a ti, le tendrás que quitar algo tú-le propuso Satanás. Aunque más que un consejo parecía una orden tajante-. ¡PIENSA, MALDITO IGNORANTE!
             -¿Debería matar a Rose Mayer? Pero si se morirá en breve.
             - No vendría nada mal acortar su vida.
             -Satanás...
             -¡A callar!-alzó el tono de voz-Y no vuelvas si no es para obedecerme.

***

Liam, entre la muchedumbre, buscó un espejo para mirarse y, se acomodó el cuello de la camisa ocultando la alarma con la chaqueta. Hizo una nueva y ladeó la cabeza.

        -Vestir de etiqueta no es lo mío-murmuró para sus adentros.
        -¡Liam!-provino una aniñada voz a lo lejos.

Liam miró extrañado a la niña de las trenzas sonriente que se acercaba a él. ¿De quién se trataba?

        -¡Liam, eres tú!- la pequeña estiró sus cortos bracitos para abrazarse a las piernas del bandido-Tú eres el novio de mi hermana.

        -Bueno... sí-sonrió ruborizado.
        - Yo soy...
        -¡Aria!-Robert Mayer alzó la voz-Te tengo advertido que no te acerques a extraños.
        - No es un extraño, papá. Es el novio de Rose.

***

Mientras Rose tomaba un baño plácidamente, uno de los hombres de Kiefer se coló en su habitación y encontró el suero. ¡Eureka! Había dado con su objetivo. Tomó la boquilla del suero e introdujo el veneno rápidamente. Al escuchar la llave del agua cerrarse, el hombre se apresuró y salió despavorido.

***

Robert se quedó boquiabierto y se acercó a Liam.

        -Liam Gates-se presentó.
        -Un gusto. Robert Mayer-le estrechó la mano todavía incrédulo examinándolo de arriba abajo. "Parece de clase alta". Pensó el patriarca-. Solo digo que tengas cuidado con ella. Supongo que sabes acerca de su enfermedad.
        -Soy consciente de ello, señor Mayer-el semblante de Liam se tornó serio.
        -El mismo mal que se llevó a mi mujer se llevará también a mi hija-le dijo Robert con notable tristeza en su mirada.

Liam siguió con la vista hacia arriba las escaleras. Y no pudo creer lo que veían sus ojos: se había cubrido las manchas con maquillaje, llevaba un hermoso vestido de gala rojo, el suero conectado en una riñorera y una peluca rubia platino deslumbrante que le favorecía a la perfección.

El silencio se hizo en la sala, todas las miradas estaban clavadas en en ella, toda la atención estaba puesta en ella y, no precisamente de compasión. Estaba irreconocible.

Rose bajó las escaleras con sumo cuidado y cuando bajó el último peldaño se agarró a la mano de Liam, quien la examinó de arriba abajo.

        -Estás... Rose, estás radiante.
        - Gracias, cariño-le besó en los labios-. Quiero estar siempre contigo.
        -¿Lo dices en serio?- la miró fascinado.
        -Todo lo que digo va en serio, Liam. Te quiero.
        -Rose-la tomó de la barbilla con delicadeza-. Casémonos.
        -¿De verdad quieres casarte conmigo sabiendo la enfermedad que tengo? ¿Estás seguro?
        - Estoy muy seguro, Rose. Me haces sentir de todo con una simple mirada. Contigo puedo ser yo mismo sin fingir nada. Te amo.

Rose no sabía qué decir. Guió a Liam escaleras arriba junto con un suave:

        -Acompáñame.

Fueron hasta su habitación y allí se empezaron a besar.

        -Te amo-susurró Rose rozando los   labios de su amado.

LA VÍSPERA DE LAS ROSASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora