Corazón famélico.

Surrealismo detrás de perspectivas

19 febrero de 2019

Sabes? Adoro observar y creo que te has percatado de ello. Adoro observar diferentes cuerpos, rostros, poemas, escrituras, estilos de música, ritmos, escuchar el compas de una tranquila melodía que es acompañada por leves bailes de un desconocido.

Empiezo a entender porque adoro tanto el metro. Hay diversidad de gente, gente desconocida que puede tener un pensamiento de ti por la forma de vestir, de caminar... Pero realmente al descubrirte llevarse una gran sorpresa por ser casi todo lo contrario a lo que pensaban. 

Adoro el metro por lo desconocido, por la música que acompañan verdaderos artistas callejeros el corto camino hacia los vagones, todos ellos, incluidos gente de alrededor, van sometidos en un mar de pensamientos que solo ellos son capaces de comprender.

Me encantaría poder componer armonías, plasmar mis sentimientos en un lienzo, ser un artista a la hora de tocar instrumentos pero se que no estoy hecho para eso.

Intento buscar a alguien con unos gustos similares a los míos pero por desgracia o por suerte soy bastante aburrido, siempre suelo hablar de lo mismo de mi serie favorita, de ese ''shipp'' que me tiene loco, pero, no soy capaz de hablar de mis verdaderos gustos. De mi genero favorito de música, el Indie, de mis escritores favoritos que ninguno entendería como Defreds con su Sempiterno o César Ortiz con Caótica... Me encantaría poder hablar de mi obra favorita del surrealismo de Diego Rivera (Vasos Comunicantes) o mis pintores favoritos de este como son André Breton, Salvador Dali y como no René Magritte o incluso Jackson Pollock con sus obras abstractas capaces de inspirarme.

Realmente adoro el metro por poder sumergirme en la música proveniente de mis auriculares, ponerme a pensar y no poder evitar tener esa maravillosa obra de Oswaldo Guayasamín rondando por mi mente imaginando la gran angustia que debió sentir al dibujarlo. Me hace fundirme en esas increíbles pinceladas tan desiguales del surrealismo.