3. Nota en el locker

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Maldición. Estaba bastante bien como para otra escenita el mismo día.

—¿Qué rayos haces en mi casa, Stefan?— le digo dándome la vuelta. Y esperando ver realmente sus ojos. ¿Porqué no se inventan unos lentes inmortales? Les compraría cien.

—Yo sólo vine a disculparme contigo por decirte fácil sin realmente creer eso de ti— no me parece que se este disculpando —pero después de ver esto no sé que creer.

—¿Ver qué, Stefan?— le pregunto irritada.

—Ver cómo te largas con el primer tipo que ves— aquí vamos de nuevo.

—Tú no tienes idea de nada, eres un...

—¿Qué está pasando aquí, Blair?— la voz de mi mamá me interrumpe afortunadamente. Seguido de mamá, papá y Kally salen de la casa. Inmutada, Stefan habla primero.

—Usted sabe señora Valentine, su hija se apasiona con la química y sólo por sabionda me está diciendo que soy un ignorante que no sabe ni cómo iniciar el proyecto— al parecer le creyó.

—Blair, ¿es eso cierto?— dice mi papá con los brazos cruzados. Será mucho peor si la digo la versión real, y no quiero más dramas por hoy.

—Sí, papi— ya que —pero ustedes saben que soy un poco exigente en ese aspecto.

—Entonces discúlpate con Stefan. Además ya tiene una hora esperándote— ¡¿QUÉ?!

—Lamento mucho alterarme por tu torpeza, por no ver las cosas como son— pero claro que no lo hacía, él cree que soy una fácil pero no es así.

—Conozco a mi hija, Stefan. Jamás te insultaría pero sé que está controlada por su hambre. ¿Qué te parece si entras a cenar con nosotros?, ya la esperaste mucho tiempo— por favor, dí que no.

—Con mucho gusto, señora Valentine— imbécil.

—Me haces sentir tan vieja. Acostúmbrate a llamarme por mi nombre— mi mamá tiene 40 años, así que está en esa edad en la que la preocupa mantenerse joven. Y parece funcionarle, ¡tiene mejor cuerpo que yo! Tristemente.

—Entonces, con mucho gusto, María.

***

Ayudé a mi mamá a poner la mesa, no sin antes subir con cuidado a mi habitación por esos horribles lentes de nerd que tengo de repuesto. Pero como sea, no me arrepiento de ir al parque. Si me hubiese quedado aquí, tendría que dar explicación de mis ojos rojos a mis padres o peor aún, tal vez Stefan me habría visto.

Durante la cena, con todo el disgusto del mundo, me senté a un lado de Stefan, para controlarlo si de alguna manera se le ocurría decir algo que no debía.

—Creí que no te gustaban esos lentes, Blair— se le ocurre preguntar a mi papá mientras enrolla su espagueti.

—En realidad, cambié de opinión al respecto, y decidí darles una oportunidad— pues sí, no tengo opción.

—¿Y los otros?— ¿Qué se está creyendo mi papá ésta noche? ¿Sam Spade?

—Este... murieron— admití —me tropecé y se rompieron 

Recuperando mi dignidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora