Cap 4

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-Vale, Chiaka, todo va a estar bien. No tienes porqué ponerte nerviosa o alterarte. Es simplemente hablar con una persona. -Susurro animándome mientras desayuno calmadamente. Debido a mis nervios no pude dormir del todo bien por lo que acabé despertándome más pronto de lo usual.

Definitivamente hoy no sobreviviría al instituto.

-Mi lady. -Me sobresalté al oír de la nada a Sebastian hablarme, ¿desde hace cuánto me había escuchado? - ¿Desea que la ayude con algo? -Sabía que se estaba burlando de mí, de mi inocencia a la hora de temas sociales y sentimentales.

Aprieto los labios con tal de callarme alguna pequeña tanda de insultos dirigida a mi mayordomo.

-Necesito que me lleves al instituto, vuelvas a casa y busques tu gracia. -Me levanto dejando el desayuno a medias y comienzo a caminar aunque a medio camino me encuentro siendo parada por el gran cuerpo de Sebastian, quien se encuentra demasiado cerca mía.

Cuando lo miro a los ojos el recuerdo de mi sueño vuelve a mi cabeza, poniéndome más nerviosa de lo habitual al tenerlo tan cerca.

-Mi lady, creo que hoy no debería ir a clases.

- ¿P-por qué debería hacerte caso? -Lo último que mi corazón necesitaba en estos momentos era tener que quedarme encerrada en esta mansión con un hombre como este.

Sebastian, tras relamer sus labios, aproxima su cara a la mía, mirándome de manera juguetona.

-Está totalmente acalorada, sus mejillas me recuerdan al tono del mantel. ¿Puede que tenga fiebre? -Se arrima más, quedando sus labios pegados casi a los míos, nuestras respiraciones mezclándose entre ellas. Un movimiento más y acabaría besando al mayordomo.

-Se-Sebastian... -Digo nerviosa, no sabía qué ocurría ahora mismo. Lo único que me venía a la cabeza era mi sueño, los labios de Sebastian y unas grandes ganas de besarlo. Pero no podía, no estaba enamorada de él.

Yo me había enamorado de un extraño.

-Mi lady. -Susurró el que me provocaba tantas dudas de manera ronca. -Si no deja de mirarme así me veré obligado a hacer algo de lo que nos arrepentiremos más tarde, se lo puedo asegurar.

- ¿Qué pasaría si... -Mi boca hablaba por si sola, no podía controlar mis movimientos. Me acerqué más a él, apegando nuestros labios, rozándolos. - ...no me importase arrepentirme luego?

Parece que mi pregunta fue suficiente para Sebastian ya que me cogió de la cintura, me levantó con una increíble fuerza dejándome sentada en la encimera y juntó nuestros labios.

Dios, que bien besaba este hombre.

Lo miré a los ojos cuando nos separamos mientras jadeaba, ya que este era mi primer beso por lo que había contenido la respiración sin saber muy bien el qué debía hacer en realidad. Sus ojos se habían vuelto de aquel color morado brillante que tanto me gustaba.

-Mi lady, algún día de estos no podré evitar romper nuestro contrato para comerme su alma.

-Si haces eso nunca tendrás una mejor ama que yo, eso sería aburrido, ¿no, mi endemoniado mayordomo? -Sonrío con burla, siendo esta correspondida por una de suficiencia del otro.

Definitivamente, este hombre me iba a matar algún día.

El único (Sebastian Michaelis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora