Cap 6

186 11 6
                                    

-Sebastian. -Susurro tratando de alejarlo de mí. Sabía que si seguíamos de esta manera no iba a ocurrir nada bueno. -E... espera... -Suelto un suspiro cuando sus dulces labios besan con humedad mi cuello. Dios, este demonio iba a ser mi perdición. -Sebastian...

-Mi lady, no niegue lo que sabe que más desea. -Su estúpida y sensual sonrisa siempre conseguía provocarme hacer algo que nunca haría en mi sano juicio. Estaba comenzando a llenarme tanto de aquel maldito demonio que ya no podía ni pensar con claridad.

Cuando las grandes manos de Sebastian comenzaron a acariciar mi piel por debajo del camisón que llevaba puesto sentí un gran escalofrío recorrer toda mi columna vertebral.

-Sebastian, si no paras ahora no responderé ante mis actos. -Advierto por última vez antes de que este me dirija una lasciva sonrisa antes de unir sus labios a los míos.

-Me arriesgaré, mi lady.

Las suaves caricias del mayordomo pasaron a mayores y comenzaron a levantar mi camisón lentamente, tan lento que me parecía que este se divertía torturándome. Ansiaba que nuestras pieles chocasen entre ellas, sin nada de ropa de por medio. Comencé a quitarle aquel fastidioso uniforme que llevaba constantemente mientras nuestro beso iba tomando mayor nivel a medida que pasaba el tiempo.

Por fin ambos quedamos en paños menores y disfrutaba de la piel desnuda de mi amado mayordomo sin pudor alguno pues sus suspiros ante mis caricias era lo que más me invitaba a seguir a delante con ellas. Fui descendiendo poco a poco hasta llegar a la capa de tela que cubría aquel gran bulto que se había formado nada más me había colocado encima, desnuda, de Sebastian. Una fogosa pero divertida sonrisa se formó en mis labios.

-Parece que no soy la más necesitada entre nosotros.

-Chiaka-sama... -Suspiró mi nombre cuando di un beso en aquella zona.

Algo dentro mía despertó al oírle decir mi nombre acompañado por un gemido. Joder, sonaba tan bien que sentía que iba perdiendo más y más la cordura.

Agarré con cuidado los bordes de los calzoncillos del mayordomo con una fugaz mirada a sus brillosos ojos rojos, los cuales se iban tornando a cada segundo a morado.

-Sebastian, llámame por mi nombre. -Tras dejar libre aquel apretado bulto, sonreí.

-Sus deseos son ordenes para mí, Chiaka-sama. -Apoyé mi mano en el miembro viril de Sebastian y nada más comencé a acariciarlo de arriba a abajo, en un movimiento constante, echó la cabeza hacia atrás bufando y gimiendo. Agarró mis cabellos y me obligó a mirarle a la cara. -No deje de verme así nunca, Chiaka-sama.

-Nunca dejaré de mirarte, Sebastian. -Repongo dejando de acariciar su sensible zona para ir levantando otra vez la mano por su muy bien formado cuerpo hasta llegar a su mejilla, donde me sitúo encima suya y comienzo a besarlo apasionadamente mientras rozo nuestras intimidades, sabiendo que aquello nos encendería a ambos. Sonrío al saber que he cumplido mi objetivo.

-Chiaka-sama, quiero sentirla, ahora mismo. -No me deja responder y me coloca otra vez debajo suya y, madre mía, aquella sensual imagen nunca la olvidaría. Vuele a besarme, pero aunque no deja de lado la pasión esta vez también emplea un poco de cariño. Al separarse trata de asegurarse de todo esto:

- ¿Está segura de querer... esto, Chiaka-sama?

-Sebastian, no te lo pienses dos veces y haz lo que llevamos deseando desde hace mucho.

Sonríe como solamente él sabe. En ese momento me doy cuenta en que he caído en brazos del demonio y en que nunca podría conseguir salir de aquel agujero en el que me había metido solita.

-Como ordene, mi lady. -Sin más nada que decir comienza a besarme mientras va entrando en mí lentamente.

Muerdo su hombro al notar como el dolor se entremezclaba con la pasión tratando de aguantar las lágrimas. Poco a poco, a medida que pasa el tiempo, Sebastian comienza a embestir más rápido y los gemidos que estaba pudiendo acallar comienzan a salir sin control alguno de nuestras bocas.

- ¡Chiaka-sama!

- ¡Sebastian! -Ambos llegamos al final y entonces caigo dormida.

......

Abro los ojos sorprendida, empapada en sudor ante aquel sueño. ¿Acababa de soñar que mi mayordomo y yo nos... acostábamos juntos?

-Mierda... -Susurro tapándome la cara con mi brazo. -Estoy cayendo en su telaraña.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 04, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El único (Sebastian Michaelis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora