Mi héroe.

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—Hana Foster —llamó la profesora haciendo que los nervios de mi estómago se desataran por entre mis entrañas. Se sentía como diminutos pies recorriendo todo mi interior causándome un poco de mareo y nauseas.

Apreté los papeles entre mis manos. Mi letra manuscrita estaba marcada sobre las líneas por la tinta azul de mi lápiz, en algunos lados no eran muy legibles las palabras ya que o se me había acalambrado la mano o me sentía demasiado cansada como para seguir escribiendo. Me paré arrastrando la silla hacia atrás y caminé al frente del salón ante la sorpresa de compañeros y la maestra. Cuando me ubique frente al pizarrón, di media vuelta enfrentando los pares de ojos que me miraban atentamente, eso solo provocó que mi malestar aumentara. Por suerte logré tranquilizarme con un respiro corto.

—Al principio —comencé a hablar con mi voz temblorosa, ésta se reguló al rato —, solo podía sentarme en el escritorio de mi habitación y golpetear con un lápiz sobre la libreta. Lo único que pude avanzar en dos semanas fue el título, así que por días y tardes estuve ahí, estática, admirando las palabras “Mi Héroe” sobre el papel. Por un momento incluso creí no tener ninguno, lo que de cierto modo me asustó. Fue entonces que lo conocí a él, Noah Miller. Tal vez este no sea un ensayo estrictamente como se me indicó redactar, pero a cambio les daré el honor de saber su historia, nuestra historia…

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