La habitación de William siempre había sido mi favorita, aparte de que no la tiene que compartir con nadie más es muy grande y está llena de cómics que me encantan leer.
Hace años solía venir aquí a menudo, cada vez que me sentía mal me escabullía y me escondía debajo del escritorio a leer o a jugar a la PSP que compartíamos, pero que casi nunca me dejaba usar.
Pero cuando Jules descubrió lo que hacía se lo contó a mi hermano y él se enfadó tanto que rompió con un martillo la PSP y puso llave a su habitación. Desde entonces este es el lugar que menos me apetece visitar.
—Pasa. Te estaba esperando —mi hermano se encuentra sentado en la silla de su escritorio, le encanta hacerse el interesante así que está de espaldas mirando a la pared, cuando me escucha entrar hace girar su silla quedando cara a cara.
—Qué quieres —me cruzo de brazos, no estoy de humor para sus juegos absurdos.
—Cada día estás de peor humor, hermanita —el hecho de que me llame así solo hace que se me estremezca la piel, temiendo lo que viene a continuación.
William se levanta de su silla y busca entre su estantería un cómic, cuando lo encuentra me lo entrega, la seriedad jamás abandonando su rostro.
—Leer un poco no te vendrá mal, sobretodo por todo el trabajo que te espera —esta vez sí sonríe, pero mentiría si no dijera que es una de las sonrisas más horribles que he podido ver en mi vida.
—¿A qué te refieres? —sé exactamente a lo que se refiere, pero quiero escucharlo de él y sobre todo una explicación.
—Harás también las tareas de Sam, es tu castigo por comportarte como un animal.
Trago saliva, intentando contener la rabia que se está acumulando dentro de mí. William siempre ha sido así, sobrepone todo y a todos antes que a su propia familia, por eso no me sorprende lo que está haciendo. Ya estoy acostumbrada.
—Supongo que te ha pagado bien —me encojo de hombros—. No podía esperar menos, la basura siempre se junta con la basura.
—Por eso eres mi hermana, tú también eres una basura —se cruza de brazos y me mira con indiferencia.
—Me alegra que ninguno de los dos lo niegue —sonrío amargamente. Cada vez lo soporto menos, pero debo aprovechar esta oportunidad y hablar con él.— Quiero preguntarte algo.
—Tranquila, Jules ya ha tenido su castigo, así le quedará bien claro que nadie se mete con mi familia.
—¿Qué has hecho? —no puede ser... ¿William de verdad ha castigado a Jules por meterse conmigo?
—No participará en el siguiente trabajo —se da la vuelta y se acerca a la ventana para contemplar las vistas del jardín de la casa—, por lo tanto no cobrará. A parte de la paliza que le he dado.
El corazón me empieza a latir rápidamente, por primera vez en la vida mi hermano se está comportando como tal. Es la primera vez que ha castigado a alguien por hacerme daño.
—Pero no creas que lo he hecho por ti —siento una pequeña punzada en el pecho—. Jules llevaba varias semanas de rebeldía, solo necesitaba una buena excusa para castigarlo por una temporada. La agresión a varias chicas y a mi querida hermanita ha sido la excusa perfecta.
Lo sabía... sabía que William no haría tal cosa por mi. Pero aunque suene repetitivo esto ya no me afecta, finalmente me acostumbré a ello. Trato de parecer indiferente para que sepa que sus palabras no me importan.
—Agradezco tu preocupación por mí, pero no es eso lo que quería preguntarte.
—Habla rápido, no tengo todo el día.
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Hate Me!
Random-¿Me odias? -mi pregunta sale en un pequeño susurro, a pesar de lo bajo que he hablado estoy segura de que me ha escuchado perfectamente. Estamos demasiado cerca, apenas unos centímetros nos separan. Él no dice nada, tiene los ojos cerrados y la res...