Capítulo 2 - El inútil

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Jason, un compañero de grupo, está conduciendo el vehículo en el que vamos.
Es un pequeño coche de los años 90 que compramos entre todos después de realizar nuestro primer trabajo y ganar dinero, es un poco incómodo tener que compartirlo con los demás y siempre hay discusiones sobre eso, pero solo se permiten dos coches máximo por grupos.

—Esta bien panda de inútiles, lo que debéis hacer es muy sencillo, ¡Volved aquí y demostradme que valéis para esto!

—¡Sí! —gritan todos animados, excepto yo. Los discursos de ánimo que suele dar Tim son un verdadero asco, pero animan bastante al equipo, no sé ni como lo consigue.

Estamos muy bien organizados y cada persona sabe lo que debe hacer, así que una vez hemos llegado al lugar la primera en salir es Michi, que está en otro coche cerca del que vamos nosotros. Ella se encarga de que todos los aparatos electrónicos de la zona estén desconectados y sin posibilidad ninguna de volver a funcionar. Es una de las mejores en lo suyo.

Observo como ella entra en el local, y después de varios minutos al recibir una señal entra el siguiente grupo.

Así va pasando el tiempo hasta que finalmente es el turno de mi equipo.

Mandy me aprieta el brazo y me sonríe. A ella nunca le ha gustado hacer esto, pero una vez me dijo que lo hacía solo porque se imaginaba que estaba actuando para algún papel en una película de acción. Así que le sonrío de vuelta, dándole ánimos.

Nos colocamos las capuchas y nos dirigimos en silencio al lugar. Siempre hemos sido silenciosos y nunca hemos levantado sospechas, el echo de que seamos adolescente aparentemente normales ayuda un poco.

Una vez dentro cada persona se va a su lugar asignado. Yo me acerco a la caja registradora y la rompo, dentro de ésta hay cerca de 500 dólares. Una porquería.

—Quinientos dólares —digo molesta, esperando que alguien haya encontrado algo de más valor— ¿Quién tiene más?

—Aquí hay mil, te he ganado pelirroja —Mark me saca la lengua mientras mete todo en la mochila que lleva consigo.

—Ha sido suerte... —escucho como ríe, odio que me restrieguen que han hecho algo mejor que yo, en este caso encontrado. Y que mencione el echo de que casi me quedo calva por intentar teñirme el pelo de rojo me enfurece aún más.

Mis compañeros siguen buscando y cogiendo cualquier cosa de valor que encuentran. Desgraciadamente en este sitio no hay mucho que escoger.

—¿Quién ha sido el que ha elegido este lugar? Aquí no hay nada interesante —se queja Mandy y yo la apoyo.

Sin darme cuenta ha comenzado una discusión en la que acusan a Harry de ser el causante de esto, y otros que lo defienden diciendo que él solo quería hacer lo mejor.

Sea como sea este sitio es realmente deprimente, juntando lo poco que hemos encontrado no llega ni a los cinco mil dólares. Estoy segura de que eso va a enfurecer a Harry y aún más a William, que es el que se queda con la mayor parte del dinero que robamos. 

—Eh, chicos —un rubio, del cuál no recuerdo el nombre, se encuentra en el umbral del que parece ser un pequeño almacén, está llamándonos mientras apunta al suelo con su pistola, su cara expresa horror—. Tenéis que ver esto...

Dirijo una mirada a mis compañeros y veo como éstos se acercan cuidadosamente hacia el rubio, así que dejando mi trabajo de lado decido seguirlos.

—No puede ser... ¿Qué narices...?

Rápidamente comienzan los murmullos y no es para menos. Dentro de ese almacén hay un chico tirado en el suelo.

—¿Qué hacemos? —pregunta Mandy preocupada.

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