Día cuatro: Jugando.

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— ¡Hoda! ¿E'tás sodo? — Un pequeño niño de tres años se encontraba parado junto a uno de su misma edad el cual tenía sus cabellos rojizos

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— ¡Hoda! ¿E'tás sodo? — Un pequeño niño de tres años se encontraba parado junto a uno de su misma edad el cual tenía sus cabellos rojizos. El niño de ojos esmeraldas asintió. — ¿Puedo jugad co'tigo? — Una enorme sonrisa invadió la dulce carita del azabache. El pelirrojo le devolvió la sonrisa.

— ¡ Ho'a! ¡C'ado que puedes! — El de ojitos esmeralda palmeó la arena a su lado dando a entender que quería que el más alto se sentara a su lado. — Soy Kyle B'oflovski, ¿Y tú edes?

— Stanley Ma'sh, pero me gusta que me llamen pod 'Stan'. — Kyle asintió dando a entender de que a partir de ese momento comenzaría a llamarlo por ese apodo. Stan terminó por sentarse junto a su, aparentemente, mayor sin borrar su enorme sonrisa en su rostro. — ¿Siemp'e e'tás solo?

— Nu, ¡E'toy con mis pad'es! aunque ellos no me p'estan mucha atención mayodmente.

— Oh... ¡Yo tengo una hedmana mayod! Su nomb'e ed Shelly.

— Qué dive'tido sedía tened una o un hedmano. Yo soy hijo único. — Kyle comenzó a tratar de agarrar la fina arena de la caja, en donde estaban, entre sus manos. Al no poder conseguirlo ( dado a qué se escurría por sus pequeños deditos ) gruñó inflando sus mejillas mientras hacía un puchero. Stan se acercó para aplastar las regordetas mejillas de Kyle mientras reía. El pelirrojo se sorprendió ante aquello pero luego rió. — ¡Stan bobo~!

— Do soy~ — Stan cubrió su boca con sus pequeñas manitas tratando de no reír, cosa que resultó en vano. — ¡Kyle ed muuuuuy tie'nooo~! — El nombrado escondió su rostro entre sus manitas avergonzado.

— ¡N-No lo soy, Stan! — El azabache comenzó a hacer pequeños castillos de arena, los cuales se derrumbaban al instante. Stan bufó mientras Kyle levantaba su mirada esbozando una sonrisa en sus labios. — ¡Déjame ayudadte!

El pequeño pelirrojo se levantó rápidamente de su lugar para emprender carrera hasta donde sus ( aparentemente ) padres, los cuales no estaban tan alejados de los dos pequeños niños. Kyle volvió a la cajita de arena con una aniñada sonrisa en su rostro mientras que en sus manitas yacía una botella de agua. Abrió la tapa de esta y dejó caer unos cuantos chorros sobre la arena.

— ¡Intenta ahoda!

Stan que miraba algo confundido a su más bajo terminó por obedecer volviendo a hacer unos cuantos castillos con la, ahora, mojada arena. Al ver que no se desmoronaban quedó bastante sorprendido a lo que llevó su mirada hasta Kyle queriendo una explicación.

Eso debía ser magia, sino ¿Qué era entonces?

— ¿Es magia? — Los azulinos ojitos de Stanley se iluminar al pronunciar aquellas palabras.

— ¡Sí! ; mi papi me do enseñó cuando fuimos a da p'aya. — El de cabellera rojiza volvió a tomar asiento junto al que le ganaba en estatura con una sonrisa bastante arrogante.

De verdad, BASTANTE arrogante.

— ¡Mis papis no me enseñan magia! ¡E'to es inju'to! — Stan estaba a punto de comenzar a hacer una rabieta, ya tenía todo preparado. La expresión, la posición e inclusive la voz pero Kyle se levantó del lugar con la intensión de irse. — ¿Te vas?

— Idé a jugad a los columpios. — El más bajito agarró la mano del moreno comenzando a jalarlo mientras reía. — ¡Acompañame! ¡Puedes empujadme y luego yo te empujade!

— ¡Me padece bien! — Stan cedió ante el más bajo dejándose jalar hasta los columpios.

Ya al estar en el lugar Kyle fue el primero en sentarse. Stan comenzó a empujarlo con cuidado de no botar a su contrario sí lo llegaba a empujar algo brusco. Eso nunca ocurrió y dentro de unos minutos ya era turno de Marsh en columpiarse. Se sentó y Kyle comenzó a empujarlo mientras reía, algo que fue bastante contagioso para Stanley el cual terminó riendo de igual forma.

Ambos niños pasaron toda esa tarde jugando, intercambiando chistes y risas contagiosas, corriendo por todo el pequeño parque y conociéndose más mutuamente. Aunque lo que más hicieron fue jugar y reír, era lo mejor que niños de tres años de edad podían hacer.

Ahora ambos se encontraban tirados boca arriba en el césped del parque mientras miraban las nubes. Kyle abrió su boca para romper el divertido silencio entre ambos.

— ¡Espedo poded vedte de nuevo, Stan~! — La voz del pequeño Broflovski sonó bastante cantarina. Stan giró su rostro para poder mirarlo, aquel acto fue imitado por Kyle.

— ¡Lo mismo digo, Kyle!

— ¿Sabed? — Kyle se sentó en el césped. Stan lo imitó. — ¡A padtid de ahoda edes mi súped mejod amigo! ¡Tenemos una muy envidiosa amistad!

Stan no pudo evitar reír ante aquello, aquel niño de su edad le parecía bastante divertido y tierno. Asintió dando una dulce sonrisa.

— Entonces tú también sedás mi súped mejod amigo, Kyle. — Kyle sonrió. — ¿Sabes? Debemos haced una p'omesa.

— ¿Domesa?

— Síp. — Stan extendió su meñique frente al pelirrojo. — Nos volvedemos a encontrar en e'te mismo padque y volvedemos a jugad hasta cansadnos, ¿Qué dices, súped mejod amigo!

— Digo que... — Kyle calló unos segundos solamente para entrelazar su meñique con el del más alto. — ¡Domesa de menique!

Y así ambos niños pasaron lo que quedaba de la tarde jugando por todo el lugar, hasta que llegó el momento en el que debían de irse cada uno a su hogar. Ambos lo habían prometido, volverían a verse algún otro día en ese mismo parque. Y así fue, volvieron a verse unos meses después en el mismo lugar.

Pues ambos eran súper mejores amigos, y los súper mejores amigos no se separan nunca, ¿No?

Pues ambos eran súper mejores amigos, y los súper mejores amigos no se separan nunca, ¿No?

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Día cuatro: terminado.

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