Capítulo O3

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El atardecer era bellísimo, aunque me tentó la idea de tomar una de las bicicletas que puedes tomar de las estaciones, el caminar al edificio de departamentos me pareció lo más cómodo pues tenía demasiado que no admiraba con detenimiento el cielo.

El sonido de una campana de bicicleta me hizo salir de mis pensamientos, no había demasiadas personas en la calle y aún quedaba más de la mitad de trayecto, me dedique a dejar mi mente en blanco el resto del trayecto, pero todo comenzó a tornarse un poco extraño cuando tome una calle nada transitada y conseguí notar unos pasos que venían tras mío.

Solo es una coincidencia, nada que temer.

Estar tanto tiempo en el internado me hizo ser tan precavida con el exterior que no había notado lo histérica que podía llegar a ser.

Aún quedaba poco del trayecto, pero lo pasos tras mío no cesaban, intenté caminar con rapidez pero persistían, mis manos sudaban en frío y mis latidos comenzaban a resonar en mis oídos, apreté los puños, con rapidez, me adentré en el último trayecto de mi camino, una pequeña callejuela sin un alma en ella, sin el valor de girarme a ver quien venía tras de mi creí haberle perdido, sintiendo el alivio y la esperanza de que sea quien sea no tenga el valor de seguirme en un lugar donde podría haber alguien observando.

Me congele cuando los pasos se adentraron tras de mi.

En efecto, me estaban siguiendo.

Un reflejo veloz me hizo esconderme en el porche de una casa desconocida, solo lo suficiente para esperar la presencia que me seguía, cuando vi siquiera el filo de la figura un poco más alta que yo, conseguí atrapar una de las muñecas y colocarme tras suyo, con mi peso conseguí atraparlo entre mi cuerpo y la pared, su muñeca en su espalda consiguió inmovilizarle.

Todo había sucedido por mero instinto, la voluntad de hacerlo se había opuesto por el miedo.

—¿Quien eres y qué quieres? ¿Por que me seguías?—

Hable de manera dura, cosa que se me daba increíblemente bien, fue en ese momento en el que me percaté de que la persona no forcejeaba ni siquiera un poco.

—¿___— _________?—

Una voz temblorosa al parecer de varón me trajo a la tierra dándome cuenta de los detalles, pelo alborotado, de mi estatura, y voz tartamuda cada vez que abre la boca.

¡El chico de mi clase!

Como si quemara tenerlo cerca lo solté de inmediato.

—¡Como lo siento! Y- Yo... creí que me seguían.... un momento, ¿me seguías?—

Me detuve en seco, que pudiese reconocer su rostro no significaba que era raro que a pasos de llegar a casa el chico siguiese mis pasos.

—¡¿Qué?! ¡N-no! ¡No te seguía! Yo vivo en el edificio.—

Alegó poniéndose demasiado nervioso, gire la mirada en la dirección que apuntaba.

—Lamento tanto haberte golpeado contra el muro... parece ser que compartimos edificio.—

Su cara se encendió en color, consiguiendo que ladease mi rostro confundida, aunque con una expresión divertida.

—¿Todo en orden? Andando—

Hice un ademán con la cabeza para que nos adentráramos juntos mientras trataba que mis sentidos se calmaran un poco.

...

—¿La princesa de la señorita Aoyazima escapando de noche? ¡Qué tragedia!—

Una voz en las sombras me hizo saltar, no lo esperaba, dejando soltar un grito ahogado.

—¿Quien eres?—

Pregunte al aire, aunque solo en respondió una risa burlona, luego de eso de entre las sombras se materializó un chico, alto, demasiado alto y delgado, lo suficiente como para envidiar sus ojos azules brillaron a pesar de la tenue luz.

—¡Debiste haber visto tu cara!—

Limpio una de sus mejillas reventando en risas, elevé una de mis cejas.

—Aún no respondes y ¿cómo encontraste este lugar?—

Aún no bajaba la guardia y este chico debía contestar o le aplastaría el cráneo con una roca gigante.

—Xander, soy Xander, preciosa.—

Guiño un ojo a mi persona y al instante se esfumo de nuevo entre las sombras, haciéndome entrar en pánico.

—¿Hola?—

Hablé de nuevo, tenía que salir de ahí, sabía de donde me había escapado, si la señorita Aoyazima llegaba a enterarse, podía ir despidiéndome de mi recomendación a la U.A.

—Maldición.—

Alegué cuando al intentar huir una masa oscura me lo impidió.

—Es un lindo lugar, pero ¿a la Señorita le gustaría saber qué su princesa prodigio está a altas horas de la noche? y aún peor con uno de los chicos de Shiketsu.—

Habló materializándose de nuevo frente a mi, caminando como si me examinara.

—¿Cómo me conoces?—

Pregunte estaba a nada de impactarlo contra la pared cuando volvió a desaparecer.

—Me pareces interesante Ryoku, digamos que encontré este lugar primero, sé cuántas veces has fracasado, eres mi espectáculo personal.—

—¿Disculpa?—

—Tú eres la intrusa aquí, pero me parecía divertido verte hablar sola y mejor aún, ¡hacerte añicos con tu propio quirk!—

Mis mejillas se tornaron carmesí.

—Niña tonta.—

—-

—¿__-___________? ¿Estás bien? —

Me giré en pánico buscando en todas partes, un recuerdo muy vívido me había conseguido helar mi sangre, la sensación de un Deja vú tan vívido se apoderó de mis sentidos, recordar aquello me hizo erizar la piel.

—Lo estoy, lo siento, solo me maree un poco, todo en orden... lo siento, olvidé tu nombre.—

Murmuré apenada.

—En realidad nunca lo dije, soy Izuku, Izuku Midoriya.—

—-
Espero que les guste, Allygator. 🐊💕

I'll be my own hero || Bakugou x ________Donde viven las historias. Descúbrelo ahora