sᴇʀɪ́ᴀ ᴇᴛᴇʀɴᴏ sɪ sᴏᴘʟᴀʀᴀ́ ᴇʟ ᴠɪᴇɴᴛᴏ

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Había pasado un año desde la muerte de Bakugou

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Había pasado un año desde la muerte de Bakugou. Con el pasar de los días el sol brilló como nunca antes vi, el rosa de las flores era tan intenso similar a un sonrojo y el cielo tan claro y azul. Un gran peso se quitó de mis hombros. Al despertar mis ojos lagañosos se regocijaban al ver su cuerpo desnudo enredado en las sabanas blancas. Al ir al lavabo sonreía orgulloso del cepillo de dientes color verde junto al mío. Y al abrir mi closet suspiraba por unos indiscretos calzoncillos de All Might escapando del cajón de la ropa. Por fin nuestra relación de pareja se enderezó y la vida rutinaria continúo. En la ducha siempre me gustaba ver su sonrojo cuando deslizaba la esponja de manera indecente su cuerpo. El vapor ocultaba su desnudez y el agua calentaba su piel. Y mis deseos obscenos se volvían inevitables. Cada mañana terminábamos haciendo cosas sucias bajo la regadera. Nos saltábamos el desayuno, comprábamos algo del combini y corríamos a nuestras agencia. Trabajabamos en turno de doce horas en diferentes patrullas. Siempre separados. Izuku no me permitió ser equipo con él aunque se lo sugerí.

«Es mejor trabajar solo» siempre se excusaba.

Después de trabajar me recompensaba al dejarme tomar su mano y guiarlo a mi departamento donde a menudo se quedaba a pasar la noche. Me desquitaba con el sexo. Izuku tenía unos muslos muy firmes y era muy flexible, admiraba su capacidad con las posiciones. Me encantaba hacer el amor. Al acabar Izuku se acurrucaba exhausto entre mis brazos. Mi pecho y mi corazón percibía su respiración agitada y yo encandilado por el orgasmo dejado en su interior le apretaba la mano y enamorado soltaba «Solo nos faltan las argollas para ser un matrimonio». El rostro de Izuku palidecia de inmediato, se arrugaba de miedo como si estuviera en shock. Paranoico ponía una mano encima del anillo de plata escondiendo de mí a su apreciado regalo de graduación. Era como si yo tratara de arrancarselo. Recordar que aún tenía esa baratija y conocer su apego enfermizo me ponía de malhumor. Izuku lo sabía y sin palabras me abrazaba pidiéndome perdón entonces me quitaba la cara seria con un dulce beso en la mejilla y se desprendía del anillo. Esa era la señal de que estaba dispuesto a hacer todos mis caprichos en la cama. ¡Ah! Midoriya no sabía como eso me devastaba. Me hacía pensar que vivía con una muñeca sexual, su cuerpo esbelto y firme hacia vibrar mi cuerpo de una manera que parecía genuino y gemía a cada uno de mis besos sin siquiera sentir algo. Creo que mi novio no disfrutaba tanto como yo.

Tampoco era que estaba sorprendido de que Izuku no mirara las estrellas como yo lo hacía en cada orgasmo. Me acostumbré al matiz gris y la neblina. A una relación en forma de nube que acumulaba vapores antes de enegrecer y explotar. En esos días mi felicidad era saber que Bakugou no llenaría sus ojos de brillo nunca más, no llenaría sus oidos con una nota alta de su voz y mucho menos su corazón. Mi mayor anhelo era que mi novio me amara pero me conformaba con saber que las almas en pena eran invisibles y que él no podía seguir amando a Bakugou. No esperaba nada más sin embargo cuando la primavera regreso, Izuku se presentó a mi puerta con una cesta de comida y agitó mis sueños.

ʀᴇɢᴀʟᴏs ᴅᴇ ɢʀᴀᴅᴜᴀᴄɪᴏ́ɴ |ғɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora