Todoroki regresa a su casa familiar con el uniforme roto y lleno de ceniza su hermana le pregunta que ha pasado él cuenta que ha terminado con los dos villanos de su vida. Empieza a desahogarse en su diario contando su larga y torturante lucha por c...
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Las estaciones desfilaron con sus colores y temperaturas. En un parpadeo nuestros huesos se alargaron al mismo tiempo que los músculos dejaron de mirarse pequeños y suaves tornándose fuertes y firmes, descubrimos que nuestros rostros redondos de adolescentes maduraron y en un soplido similar a la ráfaga que desprende las flores de cerezos de su rama, nos convertimos en jóvenes que pronto volaríamos lejos de nuestra escuela. El semestre ya se había ido como las estaciones y estábamos al final de nuestro tercer año en UA.
En el festival cultural a casi días de graduarnos descubrí que las chicas aún seguían con ese jueguito de emparejarlos. Durante un descanso en el puesto de máscaras que nos tocó organizar, Tsuyu, Uraraka y Ashido estaban cuchicheando sobre ellos. Estaba detrás del puesto cerca de la caja del dinero mientras ellas afuera invitaban con sus ligeros yukatas rosados a los estudiantes para comprar las máscaras típicas de un matsuri. Toda la clase vestía de kimonos y tomamos turnos en el puesto así que mientras nosotros trabajábamos nuestros compañeros se divertían en los puestos de juego. Las chicas a lo lejos vieron a mi novio jugar torpemente con un rifle de juguete. Izuku vestía un kimono verde esmeralda y un obi gris cuando se lo vi esta mañana no pude evitar apretar su cintura y pegarlo a mi cuerpo para besarlo. Las cosas tradicionales siempre han sido mi debilidad. Estaba pensando que esta noche vería los juegos artificiales y después en la intimidad disfrutaría de aquel Kimono, que equivocado estaba. Izuku cerraba el ojo y se enfocaba en su objetivo. En frente los patos de plásticos se movían en una hilera, apuntó con el rifle y sacó la lengua al disparar entonces falló. Y se escuchó una carcajada que me provocó fruncir el ceño. Bakugou quien vestía un Kimono naranja y un obi negro se acercó con una sonrisa orgullosa retándole. Y como era costumbre Izuku no dudó en aceptar su reto. Ellas comenzaron a hablar.
-¡Que lindos se ven! -suspiró Ashido -De seguro de niños siempre jugaban en los matsuris.
Izuku volvió a fallar y Bakugou le arrancó el rifle de las manos lanzando algún insulto, se alzó las mangas del kimono y se acomodó el rifle. Tomando el reto muy en serio disparó como un experto francotirador y masacró a los patitos blancos que cayeron uno por uno. Izuku con las manos juntas sonreía con solo contemplar su fino perfil. Uraraka empezó a inflar las mejillas estaba desesperada al ver la actitud pasiva de aquel par. Cuando terminó el juego Izuku se tocó nervioso la nuca mientras alagaba las habilidades de Bakugou y su kimono. Y este parecía sacar el pecho orgulloso.
-¡Ah! ¡Que desperdicio, son unos tontos voy a decírselos! -Uraraka dijo apretando los dientes.
-No intervengas, ellos aún no están listos. El amor se cocina lento deja que ellos den su primer paso -Tsuyu la reprendió.
-¡Dejarlos que ellos actúen! ¡Ya casi nos graduamos! ¿Cuándo se confesarán esos idiotas? ¡Que están ciegos! ¡Son el uno para el otro!
Tsuyu la calmó dándole unas palmaditas en la espalda. Detrás de ella me reí del asunto restándole importancia.
