Esa enamorada chica de ojos aparentemente carmesíes y mirada llena de vida, con un pelo largo y sedoso, color negro carbón, se dirigía sin prisa pero sin pausa a ese lugar medio olvidado de la playa. Tierra tan fina que se metía entre los dedos de sus pies le dificultaba de forma leve el caminar, pero aun así disfrutaba del tacto y la brisa que acariciaba su pelo, haciéndolo ondear con la misma elegancia con la que la morena vestía.
Una primera ola tocó sus desnudos pies, con ello, la chica decidió adentrarse solo un poco mas en ese océano de aguas limpias y puras.
En ese lugar se miraría en el reflejo del agua, y de forma distorsionada se vería a si misma, con unas cuantas lágrimas cayendo de forma lenta por su rostro, y una sonrisa tranquila, pero a su vez llena de tristeza. ¿Porque estaba así? La respuesta era simple; Jamás lograría enamorar al chico que se había hecho con el cálido y sensible corazón de la muchacha. Al menos eso creía.
-Soy tan... idiota...
Por fin, una lágrima cayó y toco la mar, creando pequeñas olas en la zona de contacto. Y seguida de ella, fue otra, con el mismo efecto, y luego unas pocas mas.
Finalmente decidió sentarse en la orilla, ignorando el hecho de que se mojaría la ropa. Eso poco le importaba en ese instante, solo quería mirar al cielo y olvidarse de todo.
¿Porque cuando por fin superaba la pérdida de su primer amor, tenía que fastidiarlo todo de nuevo con su sensiblería y sus agitados sentimientos? No quería volver a caer en esa trampa, de la que la gran mayoría no salían si no eran heridos en el corazón de por vida o bien con el alma terriblemente rota.
Porque para ella, eso era la realidad. El amor solía causar problemas y angustias, mas dolores de cabeza que bienes y felicidad.
Sí, cuando te corresponden es realmente hermoso, pero por desgracia, ella nunca fue afortunada en esa cosa llamada "amor".
Solo soltó un suspiro, sabiendo que si solo miraba al cielo seguiría con ese ciclo tóxico de pensamientos auto-destructivos. Ella sabía que era bonita, al menos para lo que era normal. No envidiaba a otras chicas, pero a la vez no le gustaba presumir de ello. Aun así, era realmente insegura en cuanto a habilidades sociales o amorosas. No quería bajarse demasiado la autoestima, al menos no mas de lo que ya la tenía.
-Este mundo no esta hecho para mi...
Y, casi como si de un conjuro se tratase, después de esas palabras se creó delante de ella un inmenso... ¿Un inmenso que? Eso no se parecía a nada de lo que había visto hasta ahora. Estaba asustada y no sabía como reaccionar, aun sabiendo que debería informar a Miiko de lo sucedido. De hecho, tanta fue la impresión que cayó de culo, quedando en una posición algo divertida para quien la viera.
Esa... cosa... Parecía una versión distorsionada de lo que había detrás suyo, como si en esa enorme franja un artista medio ciego hubiera pintarrajeado con la propia agua por encima, y hubiera difuminado esas partes. Era casi como si el espacio-tiempo se hubiera partido en un enorme trozo de mundo y cielo, creando un panorama muy de ciencia-ficción.
Pasaron unos minutos, sin que nada mas interesante sucediera mas que el suave sonido del viento y algún que otro familiar volando por el cielo disfrutando de su libertad.
Así pues, la muchacha, con algo de cautela, se dirigió hacia esa cosa recién creada, un poco miedosa por si a ella también se le difuminaba alguna parte de su cuerpo. Pero a medida que se acercaba, una especie de reflejo salía de ese "cuadro acuático distorsionado", mostrándole una imagen de si misma.
(¿Debería... tocarlo?)
Fue lo que pensó la muchacha, y cuando finalmente tocó con la punta de sus dedos ese espejismo barato, de pronto todo cambió.
Un chico muy similar a ella, por no decir que hasta con la misma expresión suya, estaba delante exactamente con la misma posición que ella mantuvo todo este rato.
De ambos, salió un chillido antes de apartarse con rapidez.
-¿¡Y tu quien eres!? ¡¡No me imites!!
El mundo mágico de Eldarya estaba lleno de sorpresas, eso era seguro.
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Cry in the abyss when the day comes.
FantasíaElla, cansada, miró a la ondeante e incansable mar, danzando bajo sus pies con un vaivén acompañado de la suave brisa del viento. Su compañera, una copia idéntica a si misma, con solo leves diferencias casi imperceptibles, se adentraba en el abismo...