Doré et Bleu

CAPITULO VIII: Los Lehner

El aeropuerto Charles de Gaulle estaba concurrido ese sábado por la tarde la pantalla que anunciaba los diferentes vuelos y sus horas de llegada sé actualizaba cada hora para informar a los viajeros o aquellos que esperaban recibir a alguien. Hombres de negocios, turistas, estudiantes y familias enteras, iban y venían de las salas de espera o de los pasillos de abordaje. El vuelo 456 que había hecho escala en España pero antes de esto venia de la ciudad de Nueva York aterrizo sin problemas. La primera en salir fue una mujer alta, delgada con su cabellera platinada larga y muy lacia, sus ojos color avellana eran más allá de intensos y tenían un aire misterioso, solo sé detuvo para que la asistente que recibía a los pasajeros revisara su boleto, mientras tecleaba en su celular la pantalla que hacia un tic cada vez que sus largas uñas pintadas de un fuerte color rojo la tocaban

- Bienvenida señora Morgana Lehner - dijo amigablemente la empleada, pero no recibió respuesta alguna de la mujer que siguió su camino, parecía como si caminara en las nubes, tenía presencia y porte, su gabardina roja sangre no dejaba ver el resto de su ropa, pero muy seguramente estaba perfectamente combinada, saco de su bolso animal print unas gafas de sol, y sé detuvo otro momento para ponérselas y otro más para dar tiempo a alguien que la seguía, tras ella una joven de no más de treinta años, menuda de cabellera castaña clara amarrada con un moño un tanto desalineado, de nariz puntiaguda, sus ojos marrones estaban escondidos tras una gafas ovaladas, vestía con un traje oscuro de pantalón y blusa nada llamativo, portaba un dispositivo bluethoot en su oreja derecha, una Ipad en su mano que más parecía una extensión de ella, a simple vista era una chica que pasaba desapercibida, Mía Lehner era la hija mayor de Morgana, que trabajaba como su asistente y mano derecha -atendió a una señal que la platinada le hizo

- Mía, espero que esta vez nuestro equipaje esté listo, no quiero esperar tanto necesito llegar al hotel cuanto antes y darme una ducha, ese viaje me ha dejado exhausta

- No te preocupes me ocupare de eso ahora mismo - respondió sosamente y es que ese era su tono de voz habitual, ella no sé distinguía por ser sociable, pero si por ser buena en finanzas y administración

- ¿y tú hermano? - su pregunta fue contestada inmediatamente, al ver a un par de chicas con unas hojas improvisadas y un pequeño lápiz hablando con un joven alto, muy guapo de cabellera castaña perfectamente despeinada y lacia, con unos grandes y hermosos ojos avellana, su sonrisa parecía resplandecer, un total adonis de la época, Dominic Lehner el hijo menor de Morgana, era un modelo internacional reconocido, trabajaba exclusivamente para "Spotlight" la agencia de modelaje dirigida por su madre con sede en Nueva York. A sus veintitrés años era el modelo estrella de la agencia, muy cotizado y apreciado por los diseñadores, su personalidad efervescente y carisma cautivaba a cualquiera, todo lo opuesto a su hermana mayor, su capacidad de acoplarse y su seguridad en sí mismo lo hacían dueño de las pasarelas, casanova por excelencia no había chica que sé le resistiera y por ser tan famoso este tipo de escenas eran normales en su vida diaria

- ¡Dominic! - lo llamo Morgana

- Adiós nenas - les dijo el guiñándoles el ojo, dejando a las chicas más que complacidas -

- ¿ya está el equipaje? - pregunto mientras jugueteaba con su cabello viéndose reflejado en el cristal de una puerta

- Ya viene - dijo Mía - podemos irnos - efectivamente, tras la familia Lehner tres auxiliares del aeropuerto los seguían con tres carritos de equipaje abarrotados de maletas, una camioneta blanca mate con vidrios polarizados los esperaba a la salida, Mía subió al auto hasta que cargaron todo

- Hotel Pont Royal s'il vous plait- indicó al chófer

No tardaron mucho en llegar a su destino, una tropa de botones y el gerente general estaban ya en la puerta para recibirles. Los condujeron directamente a la suite presidencial donde siempre se alojaban al llegar a París contaba con las tres recamaras que necesitaban, cada quien se encerró en una sin decirse mucho, no era una familia muy unida que se diga, solo lo eran cuando de negocios se trataba, aunque entrada la tarde Morgana se dirigió a la habitación de Mía quien rápidamente atendió el llamado de la puerta