Capítulo 2: Valeriana con el diablo

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Gabriel tamborileó los dedos en el volante. Definitivamente la noche no estaba yendo como había esperado. ¿Por dónde empezar? Si, estaba conduciendo de madrugada por una carretera de montaña sin apenas visibilidad. Iba tan lento como podía sin calar el coche, porque cada puñetera curva aparecía de la nada con su correspondiente precipicio. Las mínimas vallas metálicas que acompañaban el camino no le parecían ni de lejos suficiente como para evitar caerse al vacío. Así que mantenía la vista fija en la carretera como un equilibrista en la cuerda. No es que estuviera evitando a sus acompañantes. Por supuesto que no. Pero desde luego no ayudaban mucho a tranquilizarle.

En el asiento de copiloto su hermana se comía las uñas nerviosamente. Se giraba constantemente, como si necesitara visión en 360º. Primero a la carretera con la mirada vacía, dentro de su propia cabeza. De golpe se giraba hacia su ventanilla, como si hubiera visto algo en la montaña. Gabriel también notaba sus ojos en él. No tenía que mirarla para saber la expresión en su cara. De culpa, por arrastrarle a esta situación pero con sus matices de miedo y suplica. La mirada que le había dedicado cada vez que se colaba en su cuarto cuando algo iba mal en el instituto o si había discutido con su padre. Como si le pidiera que arreglara sus problemas a la vez que se disculpaba por pedírselo.

La recordaba así hace unos meses, en la cena de navidad. Todos sus tíos y su padre soltando comentarios a cada cual más desagradable sobre temas que tocaban más cerca de lo que jamás admitiría. Cuando las cosas empezaron a salirse de madres y Gabriel empezó a notar como le ardía la sangre, miró a su hermanita. Sentada frente a él con su precioso traje de terciopelo rojo y los rizos negros tapándole parte de la cara, como una barrera frente a sus familiares. Ella levantó la mirada, con las cejas altas y un pucherito en la boca. Gabriel no necesitó más. Tras ofender a media familia con una contestación muy cortante a su tío José Carlos, ofreció a sus primos una partida al Smash. Una vez en su cuarto, su hermana se apoyó en su brazo como un silencioso "Gracias" por sacarla de allí.

Se hacía la dura y, más que nada, lo aparentaba. Pero seguía siendo una chiquilla. Una que a veces se agobiaba o asustaba. Que necesitaba que su hermano le tranquilizara. Como desearía poder abrazarla y decirle que no pasaba nada, que todo iría bien. Pero le daba miedo apartar la mano del volante ni un segundo para sujetarle la mano. Y tampoco tenía especialmente claro que todo fuera a salir bien.

Resistió la urgencia de mirar por el retrovisor. No tenía sentido porque, a aquella hora no había ningún otro coche en esa carretera. Además, sabía perfectamente lo que vería. Había cometido el error de comprobar el espejo al subir al coche, una sana costumbre en realidad. Sabía que si volvía a mirar igual daba un volantazo del susto. Daba igual que supiera que estaba allí.

Pero Alba parecía demasiado un fantasma en aquellos momentos como para no acojonarse. Sentía que era el protagonista de una peli de miedo. Concretamente, la niña de la curva. Madre de Dios, temía que en cualquier momento Alba apareciera al lado de su cara y le susurrara "Ahí me maté". Con el camisón blanco lleno de sangre y el pelo rubio ensombreciéndole la cara. No había querido preguntar por la sangre de su boca. Había sido demasiado.

Aun así, seguía siendo una chiquilla asustada, como su hermana. Habría querido ser capaz de sostener su atemorizada mirada y ofrecerle una explicación. Mejor todavía, una solución. Pero lo único que había sido capaz de hacer fue soltar una broma y conducir el coche.

Algunos pensarían que solo estar allí era bastante. Que la intención era lo que importaba. Pero esos no estaban metidos en un coche con dos niñas al borde de un ataque de nervios. Si conseguían arreglarlo sería bastante. Mientras que Alba llorara silenciosamente en el asiento trasero, la intención no servía de nada. Era frustrante no poder hacer más, pero era lo que había.

Exorcismo en GrazalemaWhere stories live. Discover now