Marta no estaba teniendo la mejor semana de su vida. Sus padres, como la mayoría de miembros senior de la GSP estaban participando en la misión encubierta de narcotráfico en tarifa. Nunca habrían pensado que a las sirenas les daría por meterse en esos negocios, pero ahí estaban. Siempre sorprendiendo. Pronto sería la redada y todo volvería a la normalidad, pero hasta entonces estaba ella sola para media sierra. Llevaba tantos días sin dormir que oía un pitido constante y le temblaban las manos de la cafeína. Encima la noche pasada fue luna llena, es decir: pecha de hombres lobos sueltos por el monte dando por culo.
Para cuando llegó a su casa colapsó en el sofá y, no se despertó hasta las cuatro de la tarde. Y fue únicamente porque le entró hambre y tuvo que arrastrarse penosamente a la cocina a hervir unos macarrones. Mientras la comida se hacía, le dedicó un par de segundos a adecentarse el pelo, y es que los rizos cortos se habían convertido en un nido de ratas. Una vez hubo volcado una cantidad de queso significativa sobre su pasta, se dirigió al estudio para ver algo en el ordenador. A ser posible algo alegre y corto, para poder volver a dormir.
Pero algo le hizo parar en seco. Una luz roja parpadeaba junto a la ventana. Soltó corriendo el plato en el escritorio para dirigirse a la consola. Esta registraba actividad demoníaca reciente con sus correspondientes coordenadas. "Me cago en sus muertos pisados" Fue lo primero que pensó. Estas cosas no solían traer nada bueno, y encima la hora registrada eran las doce de la noche anterior. De hecho, tendría que haber estado activa para cuando llegó, pero estaba tan cansada que no pasó por el estudio.
Tragó el plato de macarrones en tiempo record a la vez que recogía armas y equipamiento para tirarlas de mala manera en el coche. Solo paró un segundo, y fue para introducir las coordenadas en el google maps antes de arrancar el viejo Fiat multipla. La carretera de montaña no le hizo conducir con más precaución y es que si conducía bien era para que no le pusieran multa, no para evitar matarse. Y allí no había radares.
El gps la llevó hasta un cortijo perdido de la mano de Dios que no parecía muy imponente bajo el sol de las cinco de la tarde. Aun así, la vida le había enseñado que toda precaución era poca. Se colgó del cinturón una daga de plata con una estrella de David y le quitó el seguro a la pistola. "Debería haber llamado refuerzos", pensó por un segundo, cogiendo un segundo cuchillo. La angustia le duró poco. Los otros operativos habrían tardado mucho en llegar, y seguro que estaban liados con sus propios problemas. No es que quisiera evitar una bronca por quedarse dormida sin comprobar las alarmas. Desde luego que no.
Salió al calor de la tarde con el arma apuntando ya a la puerta. La habían dejado abierta de par en par y al acercarse, pudo ver un rastro de sangre terminaba junto al balancín. Respirando hondo, llamó un par de veces en la jamba. Al no obtener respuesta, cogió aire profundamente y entró.
Podría seguir el rastro de sangre, pero prefirió comprobar el resto de la casa primero. No quería acabar como aquella vez en Ubrique. Resulta que la gente puede esconderse en otros cuartos y luego atacarte por la espalda con un bate de Hellow Kitty. Esta vez no había nada extraño. En todo caso, uno de los cuartos tenía como mil espejos. Todos ellos le devolvían la imagen de una joven bajita y rubia con pinta de necesitar una siesta urgentemente. También había fotos, muchas de hecho. Una madre con su hija, muy monas las dos. La madre en concreto tenía un auténtico reportaje, incluidas fotos de concursos de belleza y haciendo gimnasia. O estaba casada con su fan numero uno o no tenía abuela. Una de dos.
Podría haber seguido así todo el día. Incluso miró dentro de armarios y debajo de las camas. Uno nunca puede estar seguro, y yendo sola no estaba precisamente recomendado escatimar esfuerzos en ese departamento. Tampoco es que estuviera recomendado ir solo. No dejó una piedra sin volver, pero eventualmente se quedó sin excusas para evitar el rastro de sangre. Así que rezandole a todos los dioses que se le ocurrieron, y conocía unos cuantos, bajó aquellas escaleras.
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Exorcismo en Grazalema
ParanormalLa historia sobrenatural andaluza que no sabíais que necesitabais y que probablemente no necesitéis. Vampiros, brujas, hombres lobo, ritos satánicos, el fantasma de la duquesa de Alba, y mucho más. Realmente no tiene mucho más, cryptidos LGBT luch...