Capítulo 4 - Gustos De Centellas

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Tras la gran sorpresa de Lucius al reconocer a su gran amigo de la infancia, comenzaron una conversación sobre qué pasó después del incidente de su pueblo, Hannibal comentó, de cuando lo mandaron a ser guardia en un castillo lejano le apresaron allí, y estaba agradecido a Júpiter por concederle la libertad y a su viejo amigo, después de una larga caminata se detubieron en un campamento temporal establecido por los centuriones, mientras curaban y daban de comer a los diferentes tipos de gladiadores ensangrentados, heridos y torturados, Lucius y Hannibal interrogaban amistosamente a ese nórdico con el que hizo uns tregua, se llamaba Gerd Lodbrok, venía de una facción torturada por los diferentes ataques de otras facciones generalmente samurais, al estar en un punto muerto entre Roma y los fortines samurais no pudieron, ni él ni sus hombres, contra esa gran fuerza, no muy poderosa, pero astuta, numerosa y eficaz, dijo sobre un fortín, no mucho más hallá de las colinas que atravesaban el pantano y un valle muy sosegado, entonces, al amanecer, caminaron junto al sol para poder llegar lo antes posible y liberar esa ciudad para Lodbork y su facción..o lo poco que quedaba de ella, pocas horas después llegaron al pantano, era oscuro y húmedo, por lo que sus antorchas no aguantaban demasiado, y a medida que profundizaban en aquel lúgubre lugar, encontraban más y más cuerpos, ya disecados o en huesos, ahorcados, ejecutados o colgados en los árboles a base de flechas y espadas, uno de los caballeros rescatados se acercó a uno de los cuerpos mas recientes, y observó que tras ese mal olor y la nublina de moscas estaba el cuerpo con un casco caballero, y con su guantelete agarrado a una espada clavada en su abdomen, y esa espada era distinta, mas fina, y con una ligera curba, era una espada samurai, el caballero curioso y con el miedo en el pulso, arrancó la espada, esta espada era muy bien elogiada por los samurais, de hecho tenía un grabado, pero antes de que se pudiese fijar, avisó a Lucius, entonces, Lucius meditó un segundo, que los samurais ni mancos dejarían una espada como tal en un lugar tan deshonorable como ese, y entoncés vino un escalofrío seguido de un pensamiento, y gritó a ese caballero:"¡cuidado!" el caballero alzó su mirada hacia la copa del árbol y un samurai se avalanzó hacia él y le apuñaló con la propia catana recogida del cuerpo que sostenía tímidamente entre sus manos, y Lodbrok gritó a sus tropas:"¡emnoscada!", hasta del agua salían una infinidad de samurais, de todos tipos, grandes y bastos hasta ágiles y bien armados, entre la infinidad de enemigos y los gritos de desesperación de los heridos de grabedad que agonizaban en el suelo, luchaban espalda con espalda Lucius y Hannibal, despues de calmar el lugar, partiendo cráneos, pero con muchisimas bajas cargadas en la conciencia de los pocos centuriones vivos, y nórdicos, vieron una herida muy grande a Lodbrok, el decía que no era nada, pero sangraba como si fuese agua cayendo de una cascada, llegando al final del trayecto, Lodbrok, pálido como esa espesa nublina, dijo con una voz carasposa:"mirad, allí se halla el fortín" y con las pocas fuerzas que le quedaban llevaba a los heridos carreados por un carro de una madera podrida, con algunos ya en sus últimos segundos de vida, al llegar estubieron en otro campamento improvisado, para saber cuales no saldrían adelante, y cuales solo necesitaban reposar, y al nuevo amanecer, tras esa triste batalla, cayeron demasiados, pero la furia y energía les empujaba a hacerlo, entonces, no lo pensaron, se despidieron unos de otros, por si la próxima vez que se vieran fuese en el infierno entonces, fueron divisados por los guardias samurais en las murallas, el sol se nubló pasando a oscuro por una repentina lluvia de flechas, tras derribar esa muralla, pensaban que no pasarían demasiado hasta derrotarlos, pero subestimaron todo el poder samurai, y al entrar no había ni un alma, cuando salió un samurai, muy decidido a acabar con el mejor de ellos para marcharse con su perdición, pero con rabia cargó un nórdico, y como una ilusión partió en dos como si fuese viento a ese nórdico, y todos cargaron contra el mientras oleadas de samurais saltaban de los barracones, y, en un intento de retirada, apresaron a los pocos vivos, y ejecutaron a los heridos

Por el honor de Júpiter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora