El Principio del Fin.

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  Tras la inundación de Nueva Londo y el sacrificio de Gwyn para revivir la Primera Llama, el Abismo comenzó a crecer en el Municipio de Oolacile, por lo que Artorias decidió dirigirse allí para detenerlo y rescatar a la princesa Anochecer. Junto a él fue Sif, el Gran Lobo Gris, su fiel compañero. Sin embargo, su epopeya no contaría con un final feliz: Artorias fue consumido por la oscuridad, dejando tras de sí su poderoso escudo para proteger a Sif de la corrupción del Abismo.

Elizabeth, el hongo parlante que se encuentra en el Santuario de Oolacile, predecía la caída de Artorias: "Lo veréis más adelante. La bestia antigua engendró un abismo que amenaza con engullir el conjunto de Oolacile. El caballero Artorias vino a zanjar esta situación, pero dicho caballero no posee ni un atisbo de Oscuridad. Sin duda, será engullido por el Abismo, superado por su absoluta negrura." Un héroe que no cuenta con pizca de oscuridad no puede prevalecer contra la inmensidad del Abismo. De nada sirvieron todos sus regalos, todo su equipamiento. Sin su escudo, sin su compañero, con un brazo roto y derrotado por las fuerzas oscuras, Artorias perdió su cordura. Solamente podía esperar a que alguien continuase su misión y limpiara su honor acabando con su vida.

 Solamente podía esperar a que alguien continuase su misión y limpiara su honor acabando con su vida

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Dark Souls: Artorias, el Caminante del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora