Estrellas.

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—Mira todas esas estrellas —Jocelyn hizo caso inmediato a sus palabras, dejó de mirarle el rostro y el cielo oscuro del anochecer se robó su atención—

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—Mira todas esas estrellas —Jocelyn hizo caso inmediato a sus palabras, dejó de mirarle el rostro y el cielo oscuro del anochecer se robó su atención—. Elige una, la que más te guste. Puede ser cualquiera; la más brillante, la más pequeña, la más grande o la que esté más cerca de la luna, la que tú quieras

John puso todas las estrellas del cielo sobre las palmas de sus manos y se las ofreció a Jocelyn.
Todas aquellas estrellas emanaron luz y luminosidad y ahora sus rostros eran plateados y brillosos. John y Jocelyn se miraron sonrientes y expresando la felicidad jamás antes vividas por ambos, decidieron que debían darse un primer beso. Ya era justo, ambos se lo merecían y el momento parecía ser el indicado... pero antes:

—Aquella, me gusta aquella —Jocelyn sonrió en medio de todos esos litros de agua del que el lago era dueño

El bote se sacudió levemente, un movimiento casi imperceptible gracias a la emoción de la pareja.

Jocelyn eligió la estrella más bonita del cielo y del universo, una estrella cerca de la línea que separa al cielo de la tierra: el horizonte. Porque todo su brillo y su perfección le recordaba a John Richard Deacon, a su sonrisa, sus ojos gris y su manera de hablar y ser con ella, porque al ver a aquella estrella cerca del horizonte, era como ver aquel lunar rojizo sobre su pómulo izquierdo cerca de su ojo y mirada profunda, porque era la estrella que le estaba dando significado a todo lo que ella sentía por él. El brillo de la estrella era lo que John para sus emociones y su tamaño era la importancia de tenerlo en su vida.

—Es tuya, Jocelyn —John tomó la mano de su chica y con sus dedos la extendió completamente

La levantó a la altura de su barbilla y se inclinó ante ella para besarle la palma de su mano con delicadeza, cuidado y mucha ternura, después se la llevó hasta el pecho y la mantuvo allí. Jocelyn lo miraba con melancolía, su corazón no dejaba de latir apresurado.

—Mi corazón siempre tendrá este recuerdo —susurro cerrando los ojos—. Cuándo mires tu estrella, no olvides recordarme

Jocelyn negó. Le retiró la mano del pecho y con ambas rodeo su cuello.

—Yo siempre te voy a recordar, John —le susurro en el cuello—. El primer amor nunca se olvida

Don't Forget To Remember MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora