Capítulo 2

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“Los ángeles bajan del cielo”

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“Los ángeles bajan del cielo”

No tenían las razones suficientes para ridiculizar todo. No era adecuado el momento y la posición de ambos para estrechar miradas y reforzar sonrisas que, por obvio y evidente motivo, de alguna manera los presentara a ambos. John no le aviso que se pondría de pie, pero lo hizo dejando a la chica todavía de cuclillas sobre el césped ¿Qué pretendía evitando su emoción al conocerla y verla más de cerca? Eso no evitaría los significativos sentimientos de que se encontraba precipitadamente flechado por la rubia. Jocelyn se puso de pie con ayuda del joven, que llego un poco tarde para ofrecerle su brazo; por ese rato se sintió estúpido y como un completo patán.

—Aguarda, estás bien, ¿verdad? Ese fue un golpe fuerte y doloroso, apuesto a que hay más de un hueso roto allí adentro —Jocelyn le sujeto del brazo evitando que el chico huyera sin antes ser ayudado

—No, no me duele ya nada, de verdad —el castaño giro sobre sus talones media vuelta, para recoger su bicicleta y seguir su camino, pero fue imposible no ver el desastre que había hecho por su descuido—. ¡Oh, no puede ser!

Jocelyn se alarmo. Empezó a buscar el origen de la preocupación del chico, sólo era el buzón que colgaba destruido a un lado de la biga. Eso lo podía arreglar su padre o su hermano, incluso ella misma y por eso no debía ser un problema mayor.

—Mira todo lo que he hecho —a John todavía le costaba mencionar palabra y media, no era por su propio dolor, que no se lo aguantaba, sino porque no podía creer que estuviera en serio hablando frente a una chica tan abiertamente de su estado de animo

—Ah, eso. No te preocupes todavía, fue un accidente y papá puede encargarse de eso —Jocelyn señalo con la mano— ¿Cierto, madre?

John y la madre de Jocelyn cruzaron miradas por primera vez, seguía impactada, pero un poco más tranquila de saber que su hija estaba en perfecto estado.

—Así es, no se preocupe joven que afortunadamente no paso a mayores —le contesto de vuelta la señora, John se puso tan rojo como un jitomate

—No, no. Prometo que mañana a primera hora vendré a limpiar todo mi desastre, traeré mis mejores desarmadores y un par de tornillos para reforzarlo, te lo prometo —John se inclino para poner en marcha su bicicleta

—Ya te dije que no hace falta ¿En serio no quieres que mi madre te revise las heridas? Es muy buena haciendo curaciones y los vendajes no te van a doler —le insistió, pero John no iba a ceder porque no podía procesar su propia vergüenza 

—Me encuentro bien —fue lo único que salió de la boca de John

—De acuerdo, yo espero que estés hablando en serio —la rubia se ocupo de ayudarle a recoger los periódicos que estaban regados por el jardín

—Gracias —el castaño arrojo el último rollo de periódico que Jocelyn le entrego en las manos dentro de su canasta—. Oh y, por cierto, este rollo de periódico es para tu familia

Don't Forget To Remember MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora