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—Tani—chilló Silvia, abrazandola por la espalda.

—Hola, guapa.—sonrió ladina la rubia, besando a su novia.

La morena soltó una risita, separándose.

—Me acabo de topar con Ruth.—se tornó seria—No encuentra a Lili y está preocupada, ¿la has visto?—preguntó.

Tania hizo una mueca, tratando de recordar.

—No. No la he visto.—hizo una pausa—¡Pero!—levantó su mano, en señal de que tenía algo más que decir—¿Ruth y ella sin mejores amigas, no? Ella debería de saber en donde le gusta estar Lili.

—Solo espero que esté bien.—suspiró Silvia, recargando su cabeza en el hombro de su novia.


(. . .)









Ruth corrió desesperadamente al gimnasio, a los baños, a los salones, al patio, ¿Dónde se metió Lili?.

Comenzó a caminar pues ya se había cansado, cuando iba caminando por los pasillos escuchó algo caer, haciéndola parar.

Se dirigió a donde escuchó el ruido, el armario del conserje. Giró la perilla lentamente y abrió la puerta. Se encontró con una Lili triste, que lloraba sin parar.

Se acercó cerrando la puerta y la abrazó. Se quedó ahí hasta que la chica dejó de llorar y entonces ambas durmieron.

Al parecer no fue un muy buen día, pero Ruth lo arregló.

Final inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora