Noveno apodo

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Un chillido se dejó escuchar en todo el lugar, haciendo eco y llamando la atención de las otras pocas personas que estaban presentes a su alrededor con una mirada de desconcierto, causando que sus mejillas regordetas se tiñeran de un tenue rosado y volviera a centrar su atención en el pequeño gato frente a ellas.

—Es demasiado tierno.— Susurró Chaeyoung en un banal intento de excusar su reacción eufórica mientras acercaba su mano al borde de la pecera, queriendo jugar un poco con el pez nadando en el interior.

—Chaeyoung...— Jisoo no pudo evitar reprimir una sonrisa al mirar la actitud tan adorable de la contraria.— Te gustan mucho los animales ¿Verdad?

—Sí.— Aceptó Park bajando la mirada.

Kim acarició la cabeza de Dalgom (el pobre cachorro ya había pasado por lo peor de la visita al veterinario, así que ahora tocaba tranquilizarlo) mientras que inevitablemente sus labios se curvaban lentamente hacia arriba.

—Debí haberme imaginado que algo como esto pasaría.— Pensó en voz alta.

 Park tenía algo de fama en relación con los animales de cualquier especie, y era que, ya fueran grandes o pequeños, salvajes o domésticos, la neozelandesa siempre se acercaría a ellos para jugar, alimentarlo o simplemente admirarlos en cada movimiento o detalle que les hacía lo que eran.

—¿Por qué?— Rió rascándose la nuca.—¿Acaso Lisa te ha contado algo?

La mayor de las dos no pudo evitar soltar una carcajada. Si, la tailandesa le había pasado con su singular travesía para adoptar a Leo, su gatito (una decisión no tan fácil por cierto pues Chaeyoung quería llevarse a todos los animales en el refugio).

—Me emociona el ver a los animales y jugar con ellos.— Admitió Chaeyoung acariciando la cabeza de Dalgom.—Porque yo quisiera tener una mascota aquí.

La mayor no despegó su mirada de los labios de Chaeyoung mientras hablaba, asintiendo a lo que decía.

 — Extraño a Joohwang y Eunbyul.— Puchereó la menor mientras sentía como sus mejillas comenzaban a humedecerse. No podía negar que hablar de lo que anteriormente era su hogar la ponía quizá demasiado sensible.

Jisoo de inmediato al darse cuenta de lo que sucedía, trató de limpiar su rostro con el dorso de su mano, un poco asustada por su reacción. Era la primera vez que Chaeyoung lloraba frente a ella.

—Chaeyoung.—Dijo frenética, sin saber como reaccionar ante la nueva faceta de su menor.—¿Quieres que te traiga algo? ¿Comida? ¿Flores?¿Chocolates? Sabes que puedes pedirme lo que sea, te lo traeré lo más rápido posible. Puedo viajar hasta tu casa y traer a tus lindas mascotas ¿Bien? Pero por favor ya no llores.

Park sonrió pequeño ante la desesperación de Jisoo quien parecía tener un colapso mental entre sus dudas existenciales y mascotas en susurros. Se detuvo cuando logró escuchar su risa, con su corazón calmándose por fin al sentir los brazos ajenos rodeando su cuerpo en un abrazo de agradecimiento, cargado de cariño.

Después de todo, aquella visita no fue tan aburrida como esperaba...

 Pero eso era algo de esperar ¿No es así? Chaeyoung era de ese tipo de personas que sin previo aviso se podían adentrar en tu corazón y residir ahí hasta que decida ya no latir más, que con su misma amabilidad y calidez quieras permanecer junto a ella para siempre.

Y ya era muy tarde para Kim Jisoo, pues podría asegurar que ella estaba dispuesta a entregar el suyo si ella se lo pidiese.

Solo porque simple y llanamente era Park Chaeyoung quien se lo pedía.

Apodos [Chaesoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora