Prólogo.

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Suspiró y se dejó caer en la cama de Harvey, un anciano inglés al que le limpiaba la espalda en los baños de esponjas. Había (literalmente) armado las maletas de todos los pacientes del asilo, pues la única chica ayudante además de Baek, estaba enferma y no trabajaba hace más de una semana, era él contra sus amigos de avanzada edad. No se molestaba al trabajar horas extras, pero si había algo que no se le daba bien; era bajar cosas pesadas por las escaleras, y de hecho el edificio sólo abarcaba dos pisos. 

Luego de una extensa rutina de trabajo, sus agradecidos viejitos fueron a darle mensajes de apoyo, «Lo hiciste muy bien»«Ese es mi niño»«Eres el nieto que nunca tuve», « ¿Teñiste tu cabello?», « Amiga, se lo tiñó la semana pasada».  Sin embargo, Byun sabía que sólo estaban ansiosos por viajar a Nevada y necesitaban charlar para matar el tiempo. 

—¿Nos vas a llevar a conocer los casinos, verdad?— los ojos claros y arrugados de Ellie le suplicaron. La pregunta de la señora desató un caos de comentarios inconclusos y chillidos por parte de todos. Baek llevó el dedo índice hasta su boca, shusheó en señal de que hablaran más bajo.

—Si se portan bien, puede ser que sí.— insinuó con el mentón en alto, queriendo denotar a toda costa que en esta misión, él sería quien diera las órdenes... aunque más que respeto, ganó otra tanda más de quejidos. Revoleó los ojos por enésima vez el día.  —Está bien, está bien. Vamos a jugar, pero nada de apuestas mayores o llegar con copas de más al hotel. Recuerden no contarles a las enfermeras, saben que son...— dejó la frase en el aire y los arrugados rieron, no era novedad que las aguafiestas de las fiestas eran aquellas que recetaban pastillas para dormir. 

—BaekHyunee, ¿no estás emocionado? te podemos conseguir una muchachita linda en Las Vegas.— ah, ya empezaba. El anciano alemán de nombre difícil de pronunciar siempre quería (¡a toda costa!) conseguirle pareja, todas las conversaciones madrugueras entre el equipo terminaban girando en que Byun no quería relaciones por el momento. 

—Deja de decir tonterías, sinvergüenza. Nuestro niño no está para revolcones, y además creo que no le van las tetas.— lo último fue un susurro, Byun asintió y el silencio se plantó en la habitación. Harvey había caído dormido horas atrás de la junta en su propio cuarto, así que podían hablar sin que el viejo gruñón molestara y esa no iba a ser una oportunidad desperdiciada. 

Pasados unos cinco minutos de la posible revelación de la sexualidad del ayudante, los seis ancianos charlatanes no parecían muy sorprendidos. —Bueno, seguirás siendo quien nos dé baños de esponja, lo que hagas con tu culo no nos incumbe mientras dejes bien limpios los nuestros.— bromeó con un vozarrón gastado el primo de Ellie, eran dos pinturas antiguas pinceleadas por un mismo artista. Nadie rió a pesar de que esa era la intención del pobre.

Llegaron a hablar veinte minutos más, los ancianos tenían la capacidad de dormirse sentados en donde fuera. Algunos se acurrucaron con Harvey, otros en los pies de su cama, y quien llevaba silla de ruedas simplemente se dejaba llevar.

 BaekHyun les dio un beso general a todos, los quería así que se aseguraba que todos estuvieran teniendo dulces sueños antes de ir a sumergirse en el suyo. Bueno, era parte de su trabajo. En su colchón llegó a la conclusión de que los ancianos y los niños tenían corazones igual de puros, también que pediría un aumento. 

El vuelo partía a las 11:00AM, se venían semanas grotescas, su sueldo no cubría todo lo que hacía por aquellas uvas pasas. 

Juventud、sebaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora