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El casino, este local estaba hasta al borde de personas que iban a jugar, embriagarse o simplemente a perder sus almas, una de las peores cosas que podían perder en aquel lugar, no obstante siempre se perdía primero el dinero.

Los empleados iban de aquí a haya, caminando con rapidez o atendiendo con agilidad, siempre evitando empujar o olvidar atender a algún cliente, claro está  que al hacer mal su trabajo eran castigados o le daban mala fama al casino y al jefe encargado de este, ningúno de ellos quería un castigo ya que le tenían pánico y miedo al jefe del lugar, ya sabían que al cometer un error el castigo era terrible, algunos que lo cometían no volvían a su lugar de trabajo, posiblemente Devil los hubiera llevado al infierno o tal vez estén muertos, nunca supieron cual de las dos, pero una cosa si sabían, si el error era pequeño tal vez unos gritos te esperen o unos golpes te llenen la piel.

Un claro ejemplo de ello era King dice, casi nunca cometía errores era por así llamarlo "perfecto", era cuidadoso con lo que hacía pero eso no le quitaba que cometiera una falla en su trabajo, al ser rara vez que le pasaba, uno esperaría que no fuera gran cosa pero ser la mano derecha del mismísimo diablo era algo difícil y más aún cuando comete algún error. Cuando King dice lo cometía, podríamos decir que aún seguia con vida, pero el costo de aquel error lo pagaba el gran gerente con un buen castigo, para dar el ejemplo a los demás de qué nunca en su vida o en lo que les restaba de vida cometieran algún error.
El ejemplo que les daba Devil del castigo lo lucia King dice, golpes en el cuerpo, nariz sangrante, un labio roto, y un ojo morado casi llegando al tono negro y con una mejilla roja de tantos golpes en esta, era el ejemplo de lo que les esperaba a los demás sí hacían lo mismo que el, en algunos de los casos el dado salía de la oficina del diablo cojeando de una pierna, lo que hacía sembrar más el terror en los empleados.

Ese día que comenzaba con el casino lleno al borde, era el día en donde Dice cometió un error, al ser tanta gente una sola persona no podía controlar a la gran bola de gente que bebía demasiado y se emborrachaba allí mismo, causando estragos en el lugar por su ebriedad, el atender a los borrachos que pedían más copas, a los que sacan pleito con cualquiera, a las personas que jugaban y apostaban y a las que solo iban a bailar o hacer algúna cosa irrelevante, no lo podía manejar una sola persona, claro, ya que Dice tenía que estar a cargo de su propio puesto de juego y cuidar que no hicieran trampa, también el evitar que las personas ebrias armarán pleito y sacarlas a patadas de allí, el no podía hacer todo eso pero lo intentaba, intentaba estar atento a cualquier agresividad por parte de las personas que visitaban el lugar. Pero siempre una cosa se escapa de la vista de el alguien que está más ocupado que nada y eso era un problema.
El error que cometería Dice fue algo ligero por así llamarlo, no tan fuerte pero que claro era motivo para darle a este una buena tunda.

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Muerte para dos • Devildice •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora