Capítulo 5

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Sasuke la miró fijamente, ¿qué le había pasado a su cabello? En la mañana lo llevaba largo, hasta casi el final de la espalda, y ahora lo tenía hasta solo un poco más abajo de los hombros. Aunque de admitir que no le quedaba mal.

–¿Qué le pasó a tu cabello?– preguntó, ignorando olímpicamente a la Uzumaki.

–Ah... Una arpía por envidia– miró a la otra chica.– lo pegoteó con un inmenso chicle.

Karin se molestó aún más y le respondió con enojo.

–¿Envidia de tu cabello? ¡Ni siquiera se notaba, digo, era del mismo color que el chicle, ¿no? Al menos no fui una salvaje que golpea con los puños.

Sasuke rió sonoramente.

Sakura le parecía una chica asombrosa, y, de nuevo, de armas tomar.

Sakura se había avergonzado de su acción, pero el azabache parecía hasta divertido con la situación, así que también se rió con él.

Karin se abochornó más, así que buscó separarse de ambos.

Sakura se preocupó. El Uchiha tenía el promedio perfecto, una detención podía costarle varios puntos en desventaja.

–¿Qué haces aquí?– arqueó una ceja.

–Digamos que yo también golpeé a alguien muy fastidioso.– confesó.

La Haruno se asustó. No sabía que el chico también fuera un poco violento.

–¿Por qué?– indagó más.

–Tranquila, Sherlock Holmes.– rió. Ella sonrió también.– Estaba fastidiando a mi mejor amigo.

¡¿Naruto?!

–¡¿Qué le dijeron?!– gritó.

La silenciaron con un grito, en realidad no debían hablar ahí. Pero bueno, siempre se rompen las reglas por una buena causa, ¿no?

El ojiónix se sorprendió. Al parecer, ella también gustaba de Naruto.

–Empezaron a decir idioteces, solo decían cosas estúpidas... ¿Te importa mucho, no?– sonrió.

Al menos su amigo había encontrado una chica buena.

–Sí. Es de las personas que siempre te animan cuando estás triste, y te apoya incondicionalmente. Naruto es una persona realmente genial.– sonrió mirando al suelo.

Y era cierto. Ambos, siendo los amigos más cercanos a él lo sabían.

–Por cierto... En la mañana, cuando estabas en mi aula, ¿a qué cartas te referías?– preguntó haciéndose la desentendida.

Merecía un Oscar, sabía disimular bastante bien.

–Una chica que no conozco en absoluto está mandándome cartas de amor anónimas, la verdad es agradable saber que alguien logra quererme. Pero también sé que es por la popularidad.– admitió. Suspiró pesadamente.

Sakura quiso decirle que era ella. Y que no era por eso. Que la chica de aquel atardecer en el peor día de su vida, que ella fue quien lo acompañó, que ella era, tanto la chica de las cartas, como la chica de esa vez.

Pero aún no era tiempo.

–No siempre debes pensar así. No sabes cómo te conoció. Tal vez pasó algo para que ella se enamore de ti. No se sabe. No conoces sus sentimientos. Es lo que creo.– confesó.

Sasuke la miró asombrado.

–Bueno, basta de mis dilemas. ¿Estás interesada en alguien?– cuestionó codeándola un poco, riendo coquetamente.

–En la mañana te dije que sí.

Su risa se borró. Ahora parecía estúpido. Ella se carcajeó por su reacción.

–¿Quién es?– el asunto hizo que un pequeño sonrojo surcara sus mejillas, y a la chica le pareció demasiado guapo para sus ojos.

–Ah, ah. Eso es privado.– dijo mientras cruzaba los brazos.

–¿Quieres que te cuente algo que me pasó?– la ojijade volteó al instante, suplicando con la mirada que sí.

Ahora entendía cómo su mejor amigo se había fijado en ella.

¡No! ¡Él no le quitaría la novia a Naruto!

–Si no te molesta...– dijo la chica.

–Nunca me he enamorado.

A la Haruno se le cayó el mundo.

–Y yo que pensé que las cartas estaban funcionando... Shannaro...– pensó.

–Pero creo que lo más parecido que me ha pasado fue hace tiempo. Un año, y un poco más de tiempo.– comentó.

Sakura se sonrojó a sobremanera.

Un año y dos meses. Día de la muerte de Fugaku Uchiha. Día en que se conocieron.

–Mi madre llamó informándome de la muerte de mi padre.– Sakura recordó cómo había estado el joven, y se entristeció al momento.

–Lo siento.– fue lo único que pronunció.

–No importa ahora. De igual manera, yo no le importaba. Ese día me quedé hasta tarde en la escuela, y una hermosa chica que acercó. Me abrazó y me dijo todo lo que mis malditos oídos querían escuchar. Nunca más volvimos a hablar, pero sin duda alguna siempre que pienso en ella siento algo extraño. Aunque puede que ella ya no se acuerde de mí.

Ella se sorprendió. Él la recordaba. Él sentía algo extraño cuando le pensaba. Y se sintió bien.

–Ahora es tu turno. Dime algún momento que hayas pasado con ese chico que te gusta.– chantajeó.

Sakura tartamudeó unas incoherencias, pero un grito de la directora la hizo sobresaltar.

–¡Uzumaki! ¡Haruno! ¡A mi oficina, ahora!– se escuchó fuertemente en los oídos que estaban en aquella sala.

–Ugh. La que me toca.– se quejó. Felizmente Tsunade era considerada con ella, por conocerla desde pequeña, y por sus notas ejemplares en la escuela.

–Al menos te gritará por mitad, la otra será para Karin. A mí me toca asumir toda la responsabilidad.– dijo en un gruñido.

Sakura rió un poco más. Era ahora o nunca. Una oportunidad casi única.

Debía ser valiente.

–Adiós, Sasuke-kun.– dijo, dos segundos antes de situar sus labios en la mejilla del chico.

La rosada escapó de aquella sala para entrar a dirección, con la cara completamente roja. Y para el chico tampoco era tan diferente. Tenía un rubor no tan marcado como el de su nueva “amiga”, pero sí era notorio.

Bien, ¿qué le estaba pasando?

¿Desde cuándo Sasuke Uchiha se sonrojaba por una jovencita?

Se rindió ante sus pensamientos, y lo admitió.

Bien, desde ese día Sasuke sabría lo que eran los sonrojos y la sangre hirviendo su cara.

Pero era imposible evitarlo teniendo a aquella chica cerca.


Mirándote - SasuSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora