Sueños recurrentes

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Estaba por atardecer, el suave viento que soplaba hacía que se estremecieran levemente dándoles una excusa para mantener sus cuerpos unidos. Heavy estaba sentado entre las piernas de Dee con sus manos sujetando los brazos del rubio que descansaba su barbilla sobre el hombro del otro.

—¿Dee?

—¿Hmm?

—Te amo, Dee—susurró el menor, girándose ligeramente para poder mirarlo bien—. No me dejes nunca, por favor.

—Idiota, nada del mundo hará que me aparte de ti—contestó Dee, sujetando una de sus mejillas y uniendo sus frentes de forma cariñosa—. También te amo.

Los hermanos se separaron un instante para verse a los ojos y, después, unir dulcemente sus labios. El rubio sujetaba la cintura de Heavy, dando pequeñas caricias que de a poco subían por el torso del pelirrojo provocando suaves sacudidas de placer.

—Dee...mhmm...Dee, ah—

—Heavy—susurró en respuesta, comenzando a besar el cuello del menor.

—Dee, Dee...despierta, Dee.

—¿Qué?

—¡DEEEEEEEEEEE! —El fuerte grito de su hermano lo sacó de golpe de los brazos de Morfeo—. DESPIERTA DE UNA VEZ O MAMÁ SUBIRÁ Y TE PATEARÁ EL TRASERO.

—¡YA OÍ, DEJA DE GRITAR!

—¡ENTONCES SAL YA, IDIOTA!

—¡MALDITOS MOCOSOS, CÁLLENSE DE UNA VEZ O LOS PATEARÉ A AMBOS! —ante la advertencia de Vicky ambos hermanos guardaron silencio.

Dee escuchó los pasos de Heavy alejándose de su puerta y el posterior sonido de la puerta de su hermano indicando que había salido de su habitación y, probablemente, bajado a desayunar con sus padres.

El rubio soltó un suspiro de exasperación. Otra vez esos malditos sueños. Al menos esta vez no habían llegado a tanto y la erección entre sus piernas no era tan intensa. Un baño frío sería suficiente para encargarse de ese asunto.

Se preguntarán, ¿Qué rayos está pasando? A Dee también le gustaría saberlo. Desde hace años que pensamientos impuros de él y su pequeño e inocente hermanito menor rondaban su mente. Al inicio no fue tan malo. El deseo de acariciar su rostro, su cabello, sus labios...fue ahí que las cosas se salieron de control. Lo que aparentaba ser cariño normal a su hermano de un día a otro se tornó en deseos de besarlo y tocar lugares no tan inocentes.

Intentando pensar de manera sensata, Dee se esforzó en convencerse a sí mismo de que, por más vergonzoso que sonara, no era otra cosa que sus hormonas adolescentes jugándole una mala pasada. Es decir, era normal que los chicos de su edad comenzaran a sentir curiosidad por la sexualidad. Él, por su parte, no es como que interactuara con muchas chicas y con las que sí tenía algún tipo de interacción recurrente no contaban con características que las hicieran destacar lo suficiente para llamar su atención.

Por otro lado, Heavy era un chico, sí. Pero uno muy lindo y uno que sin duda sabía captar la atención del rubio cuando así lo quería.

Dee no tenía ningún conflicto con su sexualidad, realmente no le interesaba ponerse una etiqueta. Si, por lo general, pensaba en chicas cuando imaginaba una pareja era simplemente por ser lo "normal" para la sociedad, no porque él considerara imposible que le llegase a atraer un varón. Sus padres eran de lo más abiertos con prácticamente cualquier cuestión así que había crecido sin prejuicios. Una cosa más por la que destacaban de otras familias.

El problema aquí era que, HEAVY ERA SU JODIDO HERMANO. Su hermanito menor al que se supone que debe cuidar y proteger. No querer cogérselo.

Lo peor es que, con el paso del tiempo, Dee se dio cuenta de que lo suyo con Heavy iba más allá de hormonas adolescentes haciendo estragos.

Irresistible PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora