Capítulo 9: Cappella della Terra

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PIAZZA DEL POPOLO, ROMA. 19:59 h.

Claudio y Olivetti iban en la parte delantera, mientras que Vittoria y Roberto iban en la parte trasera del coche. Ya podían ver la iglesia cuando Vittoria reparó en algo. Señaló la plaza que había en frente de la iglesia:

- Tiene sentido. Mirad, delante de la iglesia. Un obelisco, una majestuosa pirámide. El símbolo egipcio adoptado por los Illuminati. Si va a matarle, lo hará aquí.

Vittoria supuso que no se podía aparcar en la plaza, pero Olivetti entró con el coche y lo dejó en medio de la plaza. Justo cuando salieron resonó la campana de la iglesia. Solo Olivetti se atrevió a decir en alto lo que todos se temían:

- ¡Las ocho!

Comenzaron a correr hacia la iglesia, pero, para su desgracia, estaba en obras. Observaron la iglesia buscando algún modo de entrar. Olivetti sacó a Vittoria de su ensoñación:

- ¡Di qua!

- ¡Vittoria! - Le avisó Roberto.

Comenzaron a correr debajo de uno de los andamios, hasta llegar a una puerta. Roberto y Vittoria iban algo más atrás. Olivetti intentó abrirla:

- È chiuso.

Claudio le respondió:

- Forzela.

Salieron corriendo lejos de la puerta justo cuando la pareja llegaba. Vittoria miró la puerta, reparando en algo:

- ¡No, no!, ¡Aquí! Es un annulus - Explicó a Roberto. Intentó girarlo pero estaba muy dura para su poca musculatura. Miro a Roberto:

- Ayúdame.

Entre Vittoria y Roberto consiguieron girarlo y abrir la puerta. Roberto fue el primero en entrar a la iglesia, seguido de Vittoria. Todo estaba cubierto de plásticos y había muchos andamios. Observaron la iglesia, todo estaba muy tranquilo. Roberto quebró la calma:

- ¿Dónde está la capilla Chigi?

Vittoria reparó en una pequeña placa metálica que había en el lateral del muro frente al que se encontraban:

- Está en uno de estos ábsides.

Comenzaron a andar, haciendo el menor ruido posible. Divisaron la silueta de una persona entre uno de los plásticos y andamios. Se dirigían hacia ella lentamente cuando resonó el apartar de uno de los plásticos, justo detrás de ellos. Roberto se puso frente a Vittoria, y esta reprimió un grito con todas sus fuerzas. Por fortuna, rápidamente Claudio se identificó como la persona que había retirado el plástico, así que no les dio tiempo a pensar en catástrofes. Justo después apareció Olivetti, menos mal, sin esa entrada triunfal de Claudio.

Siguieron caminando, con un policía delante y otro detrás, en busca de la capilla. Por suerte, esta se hallaba cerca, y rápidamente repararon en otra placa metálica que anunciaba:

"CAPPELLA CHIGI".

Los policías, ambos armados, entraron primero, evitando riesgos innecesarios. Después, indicaron a la pareja que entrase. Vittoria echó un vistazo a la capilla. Elipses, estrellas y pirámides atestaban la capilla. Su faceta de simbóloga salió a luz:

- Pirámides en una iglesia católica. Tiene que ser esta.

Desvió la vista hacia el suelo. Una esfera se dibujaba, en el centro de la capilla, destacando entre el resto del suelo liso:

- El agujero del demonio...

Todos desviaron la mirada hacia la historiadora, que se agachó frente al circulo, mientras decía:

- Vengan.

Como Vetra suponía, aquel orbe resultó ser una especie de tapa. Cuando la levantaron, Vittoria pidió una linterna. Ante ellos quedó un pequeño tramo de escaleras, que finalizaba en una especie de rotonda de arena, más abajo. Una silueta inmóvil se intuía allí abajo. Olivetti lanzó una mirada furtiva a la historiadora. "Tengo que bajar".

La idea no le agradaba, pero su interés por las marcas de los Illuminati llevaba consumiéndola durante años, así que decidió bajar, pese a las primeras reticencias de Roberto.

Olivetti bajó primero, con el arma en ristre. Llegaron abajo, sin sorpresas, y comenzaron a andar a pequeños pasos. Olivetti se mantenía cerca de la simbóloga, cuando se llevo la mano a la boca. Vittoria estaba tan tensa que no había podido ver aún lo que Olivetti alumbraba con la linterna. Buscó el haz de luz que Olivetti iba moviendo lentamente. Poco a poco, ante sus ojos quedó la cara del cardenal Ebner (Frankfurt, Alemania), inerte, ataviado tan solo con un colgante de cruzifijo. El cardenal tenía la boca llena de arena, y estaba rodeado de ratas. Una imagen muy desagradable ante la que Vittoria soltó un grito ahogado, tapándose la cara con las manos y pegándose a Olivetti.

Cuando pasó la primera impresión, y todavía sin mirar el cuerpo, le indicó a Olivetti, con un susurro:

- Alumbre el pecho.

Intentando no reparar de nuevo en la cara, Vittoria se asomó desde la espalda de Olivetti. La piel, chamuscada y ensangrentada, presentaba un fascinante ambigrama.

- Earth -, susurraron a la vez.

Vittoria comenzó a sentirse a peor, e indicó a Olivetti que quería subir ya. Ella subió primero. Al verla tan pálida, Roberto se asustó y la ayudó a subir con un gesto de lo más parecido a un abrazo, que Vittoria agradeció. Claudio fue quien ayudó a su compañero a salir de aquella cripta.

*~~~~~~~~~~~~*

Richter, que ya había llegado a la iglesia, tras el aviso de Olivetti, gritaba órdenes como un loco. Tras reponerse esperando la llegada del comandante, Vittoria observaba la sala en busca de algún indicio del primer indicador. Roberto, advirtiendo su ausencia mientras observaba una de las estatuas de la capilla, se acercó amablemente a ella:

- ¿Es de Rafael?

Vittoria comentó sus pensamientos con su compagno:

- No. La capilla es de Rafael, pero las esculturas son de Bernini - Hizo una pausa, estupefacta -. El maestro desconocido de los Illuminati... ¿Bernini?

Roberto se quedó pensativo:

- Trabajaba para la Iglesia...

Vittoria estuvo de acuerdo:

- Casi exclusivamente - Hizo una pausa -. Pero los Illuminati eran grandes infiltrados. Se colaban en cualquier organización poderosa, incluida el Vaticano, pasando totalmente inadvertidos.

Se acercó a la estatua que estaba observando y retiró os lona de plástico que la cubría una de las esculturas más famosas de Bernini:

- Habakkuk y el ángel.

Roberto se colocó junto a Vittoria para contemplar la escultura:

- Es el profeta que predijo la aniquilación de la Tierra... - dijo.

Vittoria no le escuchaba. Habakkuk yacía medio tumbado entre un amasijo de sábanas señalando con su brazo hacia una dirección, observado por un ángel, que apuntaba a la dirección contraria. Instintivamente, Vittoria susurró:

- Que los ángeles guíen tu búsqueda... - Hizo una pausa, mientras se disponía a salir de la capilla -. Es el primer indicador, el sendero no se desvanece -, y salió corriendo al exterior de la iglesia.

Tempe Sede VacanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora