Al voltear súbitamente me choco con una superficie irregular de alguna forma dura al tacto, es Markus y lo sé porque de inmediato me abraza para mantenerme de pie, me había atrapado antes de caer por las gradas del segundo piso, a juzgar por la baranda que siento al lado.
- Lo siento Markus, yo siempre tan distraída. -dije apenada quitando la mayor importancia.
-Siempre tenga cuidado, no sería prudente caer por las escaleras y dañarse algo, por favor, Eleanor no lo haga. -dice en su tono neutral de androide.
- Oh vamos Markus, tú siempre estas allí para intervenir en mis desplantes. Además, nunca he entendido como es que dicen que los ciegos adquirimos sentidos más agudizados, yo estoy ciega y para colmo a cada cinco segundos al borde de la muerte. -dije, estando aun en sus brazos.
- No diga eso señorita Eleanor. Baje a la cocina por favor. Despertaré a su padre e iré a servir vuestros desayunos. -dijo tomando mi mano para luego depositar la suavemente en la baranda de las escaleras.
- Gracias, procuraré no morir en la ida, puede que un simple pincel 0.3 sea el protagonista de mi muerte. -dije en un evidente tono de broma, aunque Markus no lo tomó demasiado bien, solo apretó mi mano con un poco más de fuerza a la baranda.
Comienzo por bajar, una mano tomada de la baranda y la otra con mi bastón, siempre inútil porque nunca evito tropezarme con algo.
Narrador omnisciente.
Eleanor, como curiosa hija de un pintor, el famoso Carl Manfred, decidió no acatar ordenes del androide. Se pasó la mesa y caminó un poco toqueteando todo con su bastón. Era complicado chocarse con algo dentro de la casa ya que Markus siempre mantenía todo despejado, para su padre y para ella.
O eso creyó hasta que al pasar al lado de cierto tablero mal colocado muchas piececitas de ajedrez cayeron y rodaron por el piso.
Markus alertado de lo que pudiera haber sucedido pidió a Carl conducir su propia silla para él poder ir a ver lo que pasó en la sala.Se encontró con una escena en la sala.
Eleanor se había dejado caer en el piso para recoger lo que se había caído y al Markus verla allí, le habló.
- Puedo recogerlo yo, si lo desea, señorita. -dice el androide a su lado.
- ¡No, claro que no, yo siempre provoco desastres y tú los limpias, tienes derecho a no hacer nada! Además, fue mi culpa. -se justificó tocando de lado a lado el piso para encontrar todas las piezas.
Estaba un poco cansada de sí misma y el constante molestar al pobre androide por cosas provocadas por ella.
- Señorita. -le dijo este con su voz tan ordinaria, pero para ella hermosa y única -Mi programa está diseñado para ayudar en cualquier situación. -dijo como la máquina programada que era.
- Lo sé. Pero puedes no hacer caso a tu programa esta vez y dejar que yo haga tu trabajo. ¿por favor? -pide de la forma mas amable que encuentra, pero luego se siente estúpida, es una máquina, no puedes pedirle que ignore el programa.
Markus se conmueve al verla sentirse inútil ante cosas tan sencillas, era extraño como sentía acelerar su corazón, por algo más que solo el simple programa y mecanismo de hacer correr el tirio por su organismo, era algo más allá... algo que no entendía.
Pero esa sonrisa suya, y esa forma de optimismo, hacía que cada minuto valiera la pena aprovechar.
(Editado)
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One Shots DBH
FanfictionPequeñas historias de el juego Detroit Become Human. Disfruten