Lo juro por Dios

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El sonido del timbre de la casa sacó a ambos de sus pensamientos, Magui miró a Tony con el ceño fruncido, se supone que nadie vivía en esa casa, ¿Quién iría de visita? Tony le ordenó permanecer en la habitación mientras él bajaba a ver de quien se trataba.

Y así lo hizo, bajó las escaleras y se dirigió a la puerta. En la parte del hall de la casa había un espejo de medio cuerpo cubierto de polvo, Tony pasó una mano para limpiarlo y así poder ver su estado antes de recibir a quien llamaba a la puerta. Estiró su remera para que no luciera tan arrugada y acercó más el rostro a su reflejo. Tenía los ojos rojos debido al llanto. No había nada que pudiera hacer contra eso así que abrió de todas formas.

Se encontró con la figura de Steve con su brazo extendido apoyado en el marco de la puerta y el otro a la cintura. La cabeza gacha, la cual levantó al notar que la puerta se había abierto. Tony quedó petrificado, estaba viviendo un déjà vu.

Al sacerdote le pasó de manera similar. Recorrió el cuerpo de Tony con su mirada como si su mente hubiese regresado en el tiempo. Hace dieciséis años, lo hubiese empujado hacia adentro de la casa y lo hubiese besado contra la pared de la sala hasta que el cuerpo de ambos pidiera aire a bocanadas. Pero en este momento eso era imposible, tendría que conformarse con erguirse y comenzar a hablar.

--Iba a buscar a Magui a tu casa, pero vi el auto en la entrada y supuse... --Steve hizo una pausa al notar que estaba hablando demasiado rápido-- ¿Ella está aquí?

Tony asintió y lo hizo pasar. Steve no sabía si esperar en la sala o seguirlo en su rumbo por la escalera. El castaño lo miró desde unos escalones más arriba de forma interrogante.

--¿Vas a venir o te vas a quedar ahí todo el día?

Steve sintió como los músculos del cuerpo se le contraían debido a aquella frase que pretendía ser inocente. Él sabía perfectamente que no era así, pues, otra vez la sensación de dèjá vu le traía recuerdos no del todo correctos.

Lo siguió por la escalera hasta la habitación donde supuestamente estaba su sobrina. No podía dejar de revivir momentos que no quería, pero le era remotamente imposible, pues esa casa guardaba más de su historia que ellos mismos.

Magui escuchó la voz de su tío cuando este entró a la casa y como si la llevara el viento recogió las fotos del suelo y las volvió a guardar en el sobre blanco que Stark les había asignado. Se llevó los dedos a los ojos, estaban ligeramente hinchados y afiebrados por haber llorado. Los frotó un poco en un intento inútil de que volvieran a la normalidad, pero no podía hacer nada más. Iba a salir del cuarto, pero escuchó a los dos hombres que subían por las escaleras en dirección a donde ella estaba, por lo que decidió esperar sentada en la cama.

--¡Tío! --exclamó la morocha con una sonrisa inocente al ver a Steve--, ¿qué haces aquí?

--Vine a buscarte, es hora de regresar a casa.

Magui saltó de la cama y se dirigió a buscar su mochila que estaba tirada en alguna parte de la habitación. Steve, por su parte, miró atentamente cada rincón de aquel lugar que tan bien conocía, lo recorrió con melancolía mientras los recuerdos volvían a atacarlos. Posó los ojos en las patas de la cabecera de la cama, notó algo en el piso junto a estas y se acercó. Los colores se le subieron al rostro cuando lo hizo, esa cama seguía allí, exactamente igual que hace años atrás y eso le movía los recuerdos. Prácticamente podía escuchar en su cabeza el ruido del respaldo chocando contra la pared debido a los movimientos que él y Tony ejercían.

Tragó saliva intentando pasar aquel recuerdo sin complicaciones y se agachó en busca de lo que antes había visto, una foto.

Magui, ya con su mochila, levantó la vista hacia Tony. El hombre estaba totalmente rígido mientras Steve miraba el contenido de la imagen.

Amarte es mi pecado (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora