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CHAPTER ONE
5 AÑOS ATRÁS, NANDA PARBAT
Su padre estaba inquieto y demasiado nervioso, la manera en que caminaba de un lado a otro mientras ella mantenía su enfoque en el anillo que Oliver le obsequió, hacía que se desconcentre de su falta de interés con lo que sucedía alrededor de ella. Al alzar la cabeza, se percató de su actitud y la llevó a suspirar levemente, calmándose para no comentar nada al respecto.
Sus ojos regresaron a aquél anillo en su dedo anular y el recuerdo de Oliver dándoselo luego de haber recibido la noticia de que aprobó los exámenes y estaba pronta a graduarse, provocó un gran dolor en pecho, su garganta se cerró y sus ojos volvieron a aguarse como cada vez que pensaba en él. Cerró sus ojos con fuerza, impidiéndose llorar allí. Al volverlos a abrir, decidió observar dónde se hallaban, pero cada vez tenía menos idea, era la nada misma. Todo desolado y un silencioso lugar, provocaba escalofríos por su espina dorsal. Su padre llamó su atención al colocar su mano sobre el hombro de su única hija.
─Esto es lo mejor para ti, Andy. No puedo dejar que caigas en un pozo del que no puedas ver nunca una salida.
Andrea comprendía que hacía esto por ella, le había dicho que sería una buena manera de dejar escapar el dolor de otra forma. Según sus palabras, esto prometía curar las heridas que le impedían ver más allá del dolor que sentía. Le dijeron a su madre que continuaría estudiando en Londres una pequeña maestría para expandir aún más sus conocimientos, bien lejos de todo para poder recuperarse de perder a Oliver. Era horrible mentirle de esa manera, pero de acuerdo a su progenitor, era lo mejor.
Había sido imposible para ella mirar a Tommy a los ojos y decirle que se iría. No pudo pronunciar muchas palabras, fue demasiado egoísta, solamente pensando en su propio dolor y no en él, en su único mejor -que posiblemente la odie-, y al que no culparía si decidía enviarla al carajo.
Aunque tenía la pequeña esperanza de volverlo a ver.
─Tienes que sobrevivir a esto, Andy ─dijo su padre, su tono de voz sonando como una súplica─, un corazón roto es doloroso. Pero podrás superarlo. Debes hacerlo. Te esperaremos en casa. Tú madre, yo, Tommy.
─Asegúrate de que Tommy no haga nada descabellado ─musitó, muy por lo bajo. Andrea carraspeó levemente, su garganta estaba seca─, por favor.
