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Como dije, fui os a ver aquel piso para mi padre. Yo inca había ido con mi patín por el centro, pero me hice el duro como si lo supiese, pero sentía que necesitaba ser guiado.

—¿Quieres subir?

— Claro.

Ella se subió conmigo al patín, me rodeo con sus brazos para sujetarse, sentí que no había nada que no pudiera hacer, excepto encontrar el departamento que estábamos buscando.

— Será mejor que preguntemos — me dijo.

— No, creo que es por aquí.

— Todos loa hombres sois iguales.

Ella entro en una tienda a preguntar. Un vagabundo que había en la calle me dijo.

— ¿Es tu chica?

— Si, mi novia.— dije. Ojala fuese verdad lo que dije.

—Ah... Yo tuve una novia, me partió el corazón y me dejó en el suelo sangrando. Ahora huye.

— ¿Que?

— Huye, huye como el viento.

— La casa que buscamos esta a dos manzanas— dijo Rosemary mientras salia de la tienda — ¿vamos?

— Si, vamos.

En poco tiempo estuvimos allí. Aquel lugar tenía unas vistas maravillosas. Volvimos por la pista que hay junto al parque. Setenta y siete manzanas, la experiencia física mas dolorosa de mi corta vida en este mundo, que apenas sentí. Jamas me había sentido tan ridículamente maravilloso.

— Debo decirte algo. El domingo después de la boda iré a un campamento.—me dijo.

— ¿Por cuanto tiempo?

— Seis semanas.

— Oh... Que mal.

— Si... Debo irme.

— Adiós.

— Adiós.

¿Y si se va al campamento y nunca podre besarla? Siempre pasa lo mismo, siempre que intento besarla algo se interpone. Pero esta vez no dejare que eso pase, besare a Rosemary antes de que se suba a ese autobús que la llevara al campamento. La besare, la besaré y la besare.

Abc de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora