Prólogo

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Les voy a contar una historia, nuestra historia. La belleza que contenía, con su oscuridad incluida. Éramos complicados, sí. Pero, nos amábamos por sobre todas las cosas.

Comenzó en un día cualquiera, sin previo aviso. Coincidirían dos miradas de dos polos totalmente opuestos, o tal vez no tan opuestos, dos miradas de lados contrarios del salón. Nadie hubiera esperado, que, de esa forma tan usual y cliché, comenzaría el desastre más hermoso jamás antes visto con el relato más doloroso para quienes se identifican.

-Señor Pierce, ¿otra vez en las nubes?

Levanto la mirada, enfocándola desinteresadamente, en el hombre cuarentón que tengo frente a mí, el señor Jackson acechándome nuevamente, por favor, ¿no se cansa de hacerme ser el centro de su universo? ¡Vamos! No soy el único estudiante que no le interesa en lo absoluto su clase, aunque gracias a no sé qué nunca tuve problemas con ésta, solo que disfruto más la escritura creativa.

-Para nada, señor.

Me recuesto cansado de esto en el respaldar de mi asiento, mientras yo no veo la hora de irme corriendo de aquí. Me mira con incredulidad y sonríe con suficiencia.

-Entonces, podrá decirme cuando empezó y terminó la Guerra Fría.

-Claro, su origen se suele situar entre 1945 y 1947, durante las tensiones de la posguerra, y se prolongó hasta la disolución de la Unión Soviética, entre 1990 y 1991.

-Muy bien, la próxima no me haga llamarle la atención.

Se da la vuelta para seguir su parloteo por unos 15 minutos más, hasta que finalmente, el sonido de la campana anuncia el receso que lo obliga a callarse por unos segundos.

Genial, un descanso para mis oídos.

- ¡No olviden que el trabajo en grupo valdrá un 50% de su calificación para el final del semestre!

Grita por sobre la multitud de adolescentes desesperados por salir, al escuchar sus palabras, me giro como la niña del exorcista hacia Mason, mi mejor amigo desde que tengo memoria. Me acompañó siempre y me cubrió cuando aun así no se lo había pedido.

- ¿De qué trabajo grupal está hablando el hobbit?

Suelta una carcajada que logro escuchar aun así por sobre el murmullo.

- ¿Hasta cuándo lo vas a llamar así?

-En serio, M.

-Habló algo sobre trabajo grupal, mientras te escondías en tu libreta. La jefa de tu grupo es la de ojos raros.

Susurra por lo bajo la última parte y señala, al mismo tiempo, unos bancos detrás de mí.

Oh no, la de ojos raros es una de las chicas más inteligentes y de toda la secundaria, con la que solo he cruzado un par de palabras en muy contadas, y estrictas, ocasiones. 

Le hago una señal a Mason para que me espere afuera y luego me encamino hacia la castaña cascarrabias.

- ¡Hey!

Digo como para romper el hielo y ella, quien parece recién darse cuenta de mi presencia, me mira con desdén. Ok, ¿qué estoy haciendo mal? ¿Huelo a muerto? Y con solo pensar en esto me hace fruncir el ceño. Yo no estoy haciendo nada, solo estoy preguntando algo académicamente necesario, tal vez su actitud es la que huele a muerto.

-Puede que no te caiga muy bien, pero necesitaba preguntarte sobre...

En ese momento, interrumpe lo que estaba diciendo.

-Nos juntaremos el grupo completo en Maguie's el viernes por la noche para discutir sobre el tema que nos tocó. Si no vas, estás fuera.

Coloca decidida su bolso sobre su hombro y sale precipitadamente de ese lugar dejándome con la boca abierta ante tanta determinación.

Me limito a volver con mi amigo, que espera impacientemente en el umbral de la puerta, pero al voltearme y darle la espalda a donde se encontraba hace unos segundos aquella chica, pateo accidentalmente un objeto que produce un tintineo cuando se desplaza por el suelo.

Bajo mi mirada y me encuentro con un llavero con forma de una flor roja que me suena vagamente familiar, mi mente viaja hacia la gruñona con la que había hablado recientemente y lo guardo con una sonrisa de autosuficiencia en mi rostro, creando un plan.

JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora