Sofía
9:11
― ¿Cuentas todos los días? ―Le pregunté atónita. ― ¿Es en serio?
Ella asintió con la cabeza emocionada.
― Han pasado diecisiete. ¿Eso quiere decir que pronto volveré a verles? ― Me da tanta pena tener que decepcionarla cada vez que me lo pregunta.
― No lo sé... Las cosas aquí no tienen un orden. Han pasado diecisiete días y pueden pasar perfectamente otros diecisiete hasta volver a ver a tus padres.
El brillo que emitía sus ojos desaparece. Maldita sea.
― Aunque... Puede que los veas incluso mañana.
Sonrío lo más ampliamente que sé. No intento darle falsas esperanzas, pero intento ser positiva.
Ha pasado casi un mes desde que Jane fue admitida en el centro. Y el calor ya ha llegado también, los doctores ya usan las batas de manga corta, estamos a Junio y todavía no puedo creer todo lo que me ha enseñado sin darse cuenta. Ha hecho que mi forma de ver ciertas cosas cambie, antes era imposible imaginar a un niño manteniendo una conversación que no fuera de... juguetes y en fin... Esas tonterías de los niños. Esa era probablemente la razón por la que me quejé cuando la vi por primera vez, porque no me imaginaba que la forma de pensar, hablar o incluso entender de Jane, es mucho más compleja que la de una niña. He tenido compañeras de habitación más mayores que yo, que en cuanto les hablaba de mis adicciones, o veían los cortes de mis muñecas, pedían el traslado o me evitaban a toda costa. Eran incapaces de dormir al lado de una chica con un trastorno bipolar grave... ¿Por miedo a qué?
Sus excusas siempre eran las mismas. No sabían cómo actuar o qué decir y llegaban a comportarse como auténticas ignorantes. Al fin y al cabo, ellas también tenían sus problemas sino, ¿Qué narices hacían ahí?
Pero con Jane todo es diferente. A ella no le incomodan mis cicatrices, y me suele preguntar cómo me va en los talleres. Hace preguntas realmente inteligentes, y su forma de hablar y comprender me ha hecho darme cuenta de que Jane es la compañera perfecta. O mejor dicho... La que siempre he esperado.
Aunque es obvio que sigue siendo una niña, y debo tratarla como a lo que es. Una niña de once años.
― Mañana es mi cumpleaños. ― Digo. ― Dieciséis...
Jane abre los ojos hasta poder jurar que iban a salirse de sus órbitas.
― No lo sabía. ¿Y te van a dejar salir?
― Mañana no lo creo... ¡Pero hoy sí!
Jane sonríe y las dos celebramos que por primera vez en cuatro meses, soy libre durante unas horas.
― ¿Y qué vas a hacer?
― Va a venir a buscarme mi novio Jhonnatan. Iremos a desayunar y pasaremos el día juntos. Va a ser genial.
Puedo percibir su emoción. Es tan dulce. Pero no creo que dejen salir a Jane en mucho tiempo.
― Que suerte... Espero que todo te vaya bien, y que vuelvas tarde.
Suelto una carcajada y la rodeo con el brazo.
― Gracias. Prometo contarte con todo detalle mañana.
Alguien llama a la puerta y ésta se abre. Llega Nancy con el desayuno de Jane y nuestra medicación.
― ¿Hoy tu no desayunas, eh? ― Nos saluda Nancy.
― Nop. ―Respondo con entusiasmo.
― Aun así te he traído una tostada y un zumo, tienes que tomarte la medicación con algo en el estómago.
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¿Quién soy yo?
Misterio / SuspensoJane tenía once años cuando dejó de ser una niña. La madrugada del once de mayo despierta en un hospital psiquiátrico. ¿Los motivos? No los conoce. No recuerda nada y no sabe las razones por las que se encuentra allí. La frialdad de la situación la...