Capítulo XXIV

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Salió del ascensor envuelta en su recién estrenado mono verde de Versasce, con sus labios rojos y sus anteojos negros a tono con sus zapatos. Le sonrió a Candela quien, luego de dos meses se había reincorporado a su lugar de trabajo y se adentró en su oficina para saludar al nuevo director general del periódico en reemplazo de Lauren quien, tras el episodio violento de parte de su ex marido, juntó sus cosas, a sus hijos y se mudó definitivamente a España. Aquel hombre era un reemplazo temporario pero Lali sospechaba que, desde que había regresado a trabajar, el señor Mariano Martínez tenía otras intenciones para el periódico. 
Mariano Martínez era un chileno radicado en Estados Unidos desde los veintitrés años, edad en la que ingresó a Columbia para realizar un posgrado en medios gráficos de comunicación. Era íntimo amigo de Benjamín, lo que a Mariana le ponía los pelos de punta y, según Harvey Specter, su abogado y amigo, era un hombre con el que había que tomar recaudos. 

-Buenos días, Mariano.

-Qué tal, Mariana, qué linda estas hoy -le dijo al verla de arriba a abajo sin miramientos. 

-Gracias, supongo. -se acomodó, incómoda, en su silla- ¿Qué te trae por acá hoy? 

-Parece que sos una fuerte candidata a ocupar el sillón que Lauren dejó vacío pese a que yo esté cumpliendo muy bien con el papel.

-Será tu criterio -murmuró.

-¿Tenes algo para decirme?

-No, convengamos que si sos mi competencia no voy a compartir con vos mis criterios sobre el funcionamiento del periódico, ¿no te parece? -Le dijo echándose hacia atrás sobre el respaldo- ¿Venías a compartir eso conmigo, nomás? Porque si es así tengo mucho trabajo por delante y te agradecería que me dejaras trabajar en paz -sonrió falsamente.

Lo que no habíamos advertido hasta ahora era la actitud que atravesaba a Mariana desde que perdió la memoria. Si bien siempre había sido aguerrida respecto a sus capacidades y su trabajo, también había sido insegura sobre lo que los otros veían en ella y la hacían dudar de sus decisiones. Pero eso había quedado atrás. Lali Espósito se había resuelto a sí misma como segura de sí misma, competitiva, ambiciosa y poderosa. Candela se lo hizo notar el primer día que la oyó discutir con Mariano sin que le tiemble el pulso y ella se sintió una mujer diferente sin saber muy bien el por qué. 

Mariano salió de la oficina de Lali cerrando la puerta tras de sí de un portazo. Lali la abrió segundos después y le espetó de un grito que si seguía así, la volvería giratoria y luego rió en complicidad de su amiga y secretaria. 

-¿Ya tenes vestido para la cena de hoy? -le dijo apoyándose en su escritorio.

-Si, lo tengo que buscar hoy por el atelier, ¿Vos? ¿Ya tenes licencia para matar, 007? -y ella carcajeó.

-Qué tonta, ¿Vas con tu novio?

-Sí, con Agus -le comenta y ella asiente- ¿Y vos vas con el tuyo?

-Yo no tengo novio 

-Ouch, eso me dolió -giraron y lo vieron a Peter entrando en el lugar con una pila de papeles- ¿Así que no tiene novio, señorita Espósito?

-No que yo sepa -le sonrió- ¿Usted tiene novia, Lanzani?

-Yo creía que si, pero me parece que ella ya no me considera como tal 

-¡Qué lástima! -se enderezó- Bueno, si su novia no lo registra, y tiene ganas de acompañarme esta noche, lo espero en el Plaza a las siete -le guiñó un ojo y se encerró en su oficina.

-Wow -dijo Candela con la boca abierta y la cara de sorpresa- Lali amnésica es más descarada que la anterior -lo miró- ¿Qué traes ahí?

-Un montón de papeles para archivar

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