RECORDAR TU NOMBRE

Capítulo XVII

Salió del auto cuando Miguel le abrió la puerta. Los flashes apuntaron directamente a ella cuando llegó a la alfombra roja vestida con un vestido Versace en color rojo y el pelo recogido en un rodete alto y tirante que dejaba a la vista el pronunciado escote. 
Saludó a todos y posó para todos los lentes. Sonrió ante las miradas y las cámaras para luego entrar al salón donde se realizaba el evento navideño del periódico.
Saludó a Candela, Eugenia, Victorio y Agustín que se encontraban charlando animadamente en una pequeña ronda. Tomó una copa de champagne de una de las bandejas cuando un mozo pasó cerca de ellos y fingió desinterés cuando Eugenia le preguntó, a propósito, por su cita.

-Vine sola

-¿Cómo está Peter? -le preguntó Eugenia a Agustín.

-Bien, tuvo mucha fiebre la otra noche y vomitó hoy a la tarde

-¿Está enfermo? -preguntó fingiendo desinterés.

-Sí, estuvo con mucha gripe toda la semana y hoy ya no pudo levantarse de la cama 

-Ah... -dijo asintiendo- Bueno, llegó la hora de mi discurso, nos vemos más tarde

Salió caminando en dirección al escenario mientras buscaba su celular en la cartera. Pensó en mandarle un mensaje pero no hablaban hacía un mes. Se sintió tan mal que identificó su voz quebrada en las primeras frases de su speech. Al bajar del escenario, cuando aun sonaban los aplausos, le mandó un mensaje a Miguel para que la buscara por la puerta tracera del Lotte del New York Palace. 
Esperó el tiempo protocolar de permanencia en una fiesta y una hora después se preparó para salir del salón disimuladamente. Cruzó a Candela al pasar y le avisó que se iba, que le avisara si alguien preguntaba por ella y en caso de urgencia, regresaría. Evitó los flashes de las cámaras pagándole a un mozo que le habilitó la salida de la cocina y se encontró con su chofer unos minutos después. Como siempre fue muy precavida, encontró rápidamente un par de zapatillas en la baulera y revoleó los tacos por ahí mientras se colocaba el calzado más cómodo. Se bajó despidiéndose de Miguel para que regresara a su casa y volvió a recurrir al soborno para que el portero la dejara subir sin anunciarse en primer lugar. Tocó el timbre no bien se abrieron las puertas del ascensor y esperó unos minutos. Nadie contestó. Volvió a tocar a la vez que golpeaba la puerta y aumentaba la fuerza de los golpes a la par que acotaba el tiempo de espacio entre uno y otro. Escuchó las llaves girar en la cerradura y dejó de golpear para dar un paso hacia atrás. 

-Hola -dijo en voz baja y su expresión cambió a preocupada cuando lo vio- estás pálido, Peter

-¿Qué haces acá, Lali? -dijo apenas audible y con la mirada cansada. 

-¿Puedo pasar? 

Él se corrió lentamente para darle paso. 

-¿Te vestiste de gala para venir hasta acá? No hacía falta -dijo serio mientras cerraba la puerta. 

-Estaba en la fiesta de la empresa -dijo girando hacia él- no sabía que estabas enfermo, hubiese venido antes

-No me hablabas, Lali -se recostó en el sillón y suspiró- ¿Por qué viniste? 

-Porque quería saber cómo estabas -dijo acercándose a él. 

-¿Te importa acaso?

-Claro que me importa, Peter -dijo sentándose a su lado y le tocó la frente- ¡Estás volando de fiebre, Peter! -dijo preocupada- ¿Estás tomando algún medicamento? -él negó con la cabeza mientras temblaba- ¿Fuiste a ver al médico? -negó nuevamente.

-Te...teng-o frí-o, Lali 

-Veni, agarrame de acá -dijo colgándoselo al hombro- ayudame, dale -lo ayudó a pararse- vamos a la cama