En las nubes vive una chica, cuyo cuerpo agujereado por las flechas de punta en forma de corazón de Cupido, ya no sangra, ni se cura. También le falta un dedo, el corazón de la mano izquierda, en el cual debería ir atado el hilo rojo que la comunique con su alma gemela; cree haber nacido sin él, pero no está segura.
La chica de cabello gris, vestido blanco, lágrimas de mármol y corazón blando, tan blando como las nubes que pisa, ya no volvió a sangrar tras la tercera flecha. Muy pronto, ¿verdad? Y es que dicen que te hacen falta tres amores para que aprendas a amar, sin embargo, el problema de la chica de las flechas es que ya sabía amar, pero no supieron amarla, ni apreciar su amor, tampoco tratarla como lo que era: una chica, una persona, un corazón.
Su sangre sabía a miel, era miel, y cada persona que pudo catarla, la dejó seca. “Me siento como una abeja a la que le han robado la colmena.”, repitió durante meses tras la tercera flecha, devastadora, que la dejó postrada en su gran cama de satén color perla. Se escondía tras las cortinas translúcidas, llorando, tratando de arrancarse todas y cada una de las flechas con tal de ver una gota de sangre; nada, ni rastro de aquel jarabe ámbar. Acabó con las manos astilladas, ahora ya ni siquiera intenta quitárselas.Deambula por encima de las nubes, alguna vez la han intentado bajar, pero no quiere, nunca quiso; allí tiene su cama, con las sábanas de satén, que son lo único que la consuela. Cada vez que ve a Cupido, se mete debajo de ellas y se hace la dormida, porque si lo está, ya no puede dispararle. Ya no quiere más dolor, no más flechas, no más heridas. Quiere quererse, y sangrar, y llorar lágrimas tan saladas que le escuezan los ojos. Cupido nunca le cayó bien, de hecho cree que es un poco sádico, que disfruta haciendo daño y desesperando a las personas de corazón blando. La chica de las flechas, pese a llorar lágrimas de mármol, sigue teniendo el corazón tan suave como el algodón y tan frágil como la cerámica. Le duele profundamente verse la piel tan cuarteada como la porcelana rota, llena de agujeros en forma de corazón; no es bonito y Cupido es malo.
La chica de las flechas está sumida en una sempiterna abstracción y un dolor que parece crónico, pero tiene fe en que algún día recuperará la miel, las lágrimas saladas, y ese dedo que jamás supo cómo perdió; tiene fe, no en recuperarse, sino en rehacerse.
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las sombras de mi alma que jamás supisteis ver
Short StorySombras lloronas a contraluz que nunca nadie vio, que nunca nadie comprenderá. © 2019, chio