Capítulo Tercero.

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Él.

Durante toda la clase no se dirigieron palabra alguna.

Comenzaba a preocuparse, ¿Acaso ese chico le había hecho algo? ¿No fue ella la que le pidió ser amigos? En esos casos, su novia podría ayudar con esos temas de chicas, ¿Será por que era una?. Volvió a echarle un vistazo: su pequeño cuerpo parecía cansado. ¿Los amigos se preguntan ese tipo de cosas? ¿No sería más fácil si solo la invitaba a almorzar alejándola de ese chico y preguntándole si le ocurría algo? El horrible timbre escolar le hizo entender que si no se lo preguntaba ahora, no lo haría nunca.

-Hey, ¿En el receso, nos quedamos juntos?

-No puedo, voy a quedarme con mi amigo de hace rato.

-¿Te hizo algo? -Odiaba aparentar indiferencia.

-¿Mi amigo?- Una enorme sonrisa apareció en su rostro y después comenzó a reír.- ¡No es un problema!

-Pero... te había hecho una seña de que te quería matar...- comenzaba a sentirse ridículo.

-Olvidé regresarle este libro... -Sacó de su mochila a rayas blancas y negras un pequeño libro azul con anotaciones entre las hojas.

-Entonces, ¿Por qué no me hablaste?

-Ah, ¿Debía hacerlo?

SÍ, ¡ME ASUSTASTE!

-No, me hubieras distraído.

Ella sonrió de nuevo pero esta vez no había un brillo en sus ojos.

-Sabía que te molestaría, nunca hablas con los que se sientan a los lados, ¡Creo que eres muy dedicado en tus estudios!

¿Qué? No decía nada por que nadie le decía nada. No era dedicado, entregaba lo que pedían y después dibujada el resto de las clases...

-Espera un momento, ¿Cómo sabes que no hablo con nadie?

-Pues... pues es que yo...-ella se tapó la cara y él sintió la extraña necesidad de burlarse pero logró controlarse.

-¿Me has estado observando?

-No lo digas así... Suena como si te estuviera acosando.

-¿Y no lo haces?

-¡No! solo quiero ser tu amiga

-Pero ya somos amigos...

-Está bien y perdón, me tengo que ir.

Ella guardó apresuradamente sus cuadernos y acto seguido le sonrió apenada y se fue. Él seguía intentando no sonreír aún después de su partida. Hacía tiempo que no molestaba a alguien con el propósito de incomodarla y era divertido. Sacó el teléfono de su suéter negro y lo apretó contra su pecho, la chica que amaba no le había enviado ningún mensaje desde la mañana y sentía que podía desmoronarse.

Fue el último en salir del aula, odiando su vida como siempre.

Ella.

-¡¡¡Necesito cafeína!!!-corrió hasta alcanzarla dando un grito a punto de aturdirla. Ahí estaba, era un chico alto, de cabello castaño claro y ojos dulces. Llevaba hecho el cabello un caos, se limitó a contemplarlo. Su amigo odiaba esperarla.

-¡Antonio, esa es mi frase! Lamento no darte...

-Si lo lamentas en serio, por favor, devuélveme ese maldito libro.

-Si si lo siento.- Se moría de miedo cada vez que usaba ese tono grave de voz en ella. Sacó de nuevo el viejo libro de su mochila y lo extendió como si se tratase de un pedazo de carne para un animal enjaulado.

Antonio tomó su brazo y la acercó hacia su pecho, después se acercó a su oído.

-Estoy bromeando...-Lo dijo tan cerca que casi podía besarla. Ella palideció.

-¡Hey, ustedes dos! -Se aproximó un chico más bajo, a diferencia de Antonio este llevaba un gorro azul y un suéter negro que sustituía la camiseta deportiva.- Siento llegar tarde; olvidé de nuevo que toman clases distintas y bajé a la cafetería antes...-Les sonrió con dulzura mientras mostraba una bolsa llena de chatarra, la misma que tanto comía sin engordar.

-No te preocupes, estoy comenzando a acostumbrarme. -Antonio se alejó para saludar a su amigo- Ni siquiera intentes hablarle a esa pequeña, se robó mi libro de álgebra para sobrevivir clases enteras sin ningún castigo.

-No lo digas así, se escucha feo...-Ella estaba convencida de que no necesitaba hacer escándalo por aquello pero a su amigo le justaba joderla.

-Tu eres fea.

-Cállate.

-Llevo 3 días intentando hablar con "tu pequeña amiga" ¿Podrías no arruinar esta oportunidad? por favor...- El chico se veía notoriamente apenado por su confesión mientras se dirigía a Antonio en forma de súplica y después a ella que estaba confundida. 

Su amigo comprendió la indirecta, guardo silencio mientras sacaba las llaves de su bolso e hizo señas como diciendo "ya regreso". El chico con gorro y ella contemplaron como la cabeza despeinada de Antonio se perdiera entre la multitud, se quedaron ahí, coincidiendo en la pregunta de si alguien podía comprenderlo.


  




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⏰ Última actualización: Apr 05, 2019 ⏰

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Desahuciado Olor A VainillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora