Viernes.
Mis padres ya habían emprendido su rumbo de vuelta a casa y yo me encontraba en la mía para prepararme para mi cita con Gonzalo.
Puse una playlist con mis canciones favoritas y me empecé a preparar.
Y he ahí mi dilema moral de siempre.
¿Qué ponerme?
Terminé decantándome por un vestido rojo con un pequeño escote y unos tacones negros. Me maquillé, aunque no demasiado ya que me gustaba ir natural.
Recibí un mensaje de Gonzalo que decía que ya me estaba esperando por lo que me perfumé, cogí mi bolso y salí por la puerta.
-Hola, estás guapísima.- dijo.
-Gracias, tú también.-dije.
Me dio un beso y arrancó el coche.
La verdad que verle tan guapo vestido con esa fragancia que tanto me gustaba y esas facciones de modelo me ponían bastante.
-¿Dónde me llevas?- pregunté.
-Ahora lo verás.- dijo.
Dios, hoy estaba especialmente guapo y mis ojos no podían parar de mirarlo.
Llegamos a un restaurante al que jamás había ido. Aunque claro, era normal ya que apenas llevaba tres meses en Madrid y casi siempre me movía por las mismas zonas.
-Nunca había venido aquí.- comenté.
-Bueno siempre hay una primera vez para todo.- dijo sonriente.
Le devolví una sonrisa y salimos del coche. Nos dimos la mano y entramos al restaurante.
-¿Te gusta el sitio? He estado pensando en varios y decidí inclinarme hacia este.- dijo.
-Es perfecto, aunque me basta con tu presencia.- dije.
-Lo mismo digo.- dijo y me guiñó un ojo.
Estaba deseando ver cómo se nos desarrollaba la noche...
Algunos platos y postres después.....
Nos dirigíamos a su casa ya que no había mucho que hacer a las 10 de la noche y nos apetecía irnos.
Y ahí estábamos, en aquel inmenso apartamento a la vez que hogareño.
-Bueno, ¿Qué te apetece hacer?- preguntó.
Y le besé, sí, me apetecía. La verdad que no quería películas esa noche, en todo caso, más tarde.
Pareció entenderme y me siguió el beso mientras nos dirigíamos a su habitación.
Me apoyó en su cama cálidamente, me quité los tacones y él los zapatos.
Le desabrochaba la camisa mientras intercalábamos besos calientes, sus abdominales se dejaron ver y me puse aún más caliente.
-Te deseo Alba. ¿Estás segura de que lo quieres hacer?- preguntó.
-Completamente.-dije.
Dios no podía más, le necesitaba dentro de mí.
Una vez se quitó los pantalones y yo el vestido pude ver que su miembro estaba de acuerdo con mi pensamiento.
Me quitó la ropa interior y yo la suya, comenzó besándome el cuello mientras me palpaba los senos con las yemas de los dedos. Notaba su erección rozando cada vez más cerca de mi clítoris.
Solté un gemido que provocó otro en él. Se colocó el preservativo a la velocidad de la luz y se hundió en mí. El movimiento acompasado de nuestras caderas era como el de un metrónomo, incluso mejor.
Me agarró de las caderas para llenarme completamente, solté un gemido que llenó toda la casa y me mordió ligeramente el labio, gesto que me encantaba que hiciese.
En ese instante me corrí y él conmigo.
-Dios, ha estado genial.- dije.
-Joder que sí.- dijo cansado.
Una vez terminamos nos colocamos algo de ropa cómoda y nos quedamos en su cama viendo un rato la televisión.
Era imposible que me encontrase más a gusto. Estaba abrazada al chico al que amaba y acababa de hacer el amor.
Y sin darme cuenta me quedé dormida envuelta en los brazos de mi chico.
Por la mañana...
Me desperté con los brazos de Gonzalo rodeándome e instintivamente me sonrojé.
El hambre me podía, así que me levante sin hacer ruido y comencé a preparar algo de desayunar.
Acabé preparando mis características tortitas y zumo de naranja.
Algunos minutos después vi a un Gonzalo de torso desnudo y con el pelo despeinado. Era la primera vez que le veía recién levantado pero me encantó y quería que eso se repitiera más a menudo.
-Buenos días.- le dije plantándole un beso.
-Buenos días Alba.- dijo.
Me devolvió el beso, me rodeó con sus brazos y me abrazó tiernamente.
-Te he preparado el desayuno, no sabía que hacer así que recordé que te encantaban las tortitas y bueno...- dije.
-Me encantan, gracias.- dijo.
Después de terminar de desayunar y recoger todo nos sentamos en el sofá.
-Si no tienes nada que hacer me gustaría que te quedases.-dijo.
No tenía nada que hacer y la verdad que lo que más deseaba era pasar tiempo con él.
-Claro, me quedaré. Te echaría demasiado de menos si saliese ahora por la puerta.- dije bromista.
-Y no me puedo alegrar más por tu decisión.-dijo.
Nos acomodamos en el sofá y decidimos ver una peli.
Me encantaba ver cómo se reía y cómo su pecho subía y bajaba.
En verdad Gonzalo me volvía completa y remotamente loca.
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Cariño, te quiero.
RomanceUna chica de lo más normal. Sacaba buenas notas, vivía en el pueblo más monótono del mundo y mi vida era el día de la marmota constante. Pero todo eso cambió