Five

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–¿Sabes lo que significa esto? –susurro con el corazón latiéndole en la boca.

–No tienes por qué hablar así –contesto con simpleza, ¿en serio era tan cobarde?

Ambos se encontraban frente a frente, era bastante extraño que hubiese una Cumbre –significaban problemas graves para la paz que mantenía el Covenant con los Humanos– aunque a él realmente no le importaba en lo más mínimo. Había vuelto a su trabajo habitual, no había problemas con seguir con aquella vida... al menos no si estaba con su familia. A veces ellos lograban sacarle una sonrisa, daba gracias que no se quitaba el casco en las misiones porque de ser así Kelly estaría molestando todos los días por ese gesto.

–No deberíamos estar aquí, al menos sería cortes invitarte a mí habitación –alargo una mano, deslizándola por la armadura esmeralda sus garras se deslizaron por todas las hendiduras y delineo cada protuberancia.

–Estoy en servicio –admitió, de hecho, ni siquiera debía estar ahí, su próxima misión era en tan solo un par de horas.

–Arriesgarte es tan típico de ti –su voz profunda y llena de deseo tan solo lo hacía querer entregarse por completo, lastimosamente las cosas no debían ser así–: ¿qué es lo que me enseñaras hoy? Nuestro último encuentro prometiste mostrarme algo que me dejase sin palabras.

–Será para otro día –replicó serio–: quería hablarte sobre... esto.

–¿Esto? –sus caricias se detuvieron, aquellos ojos brillantes lo miraban sorprendido–. Tenemos una unión bastante distanciada pero no voy a negar que tú compañía me es grata Jefe Maestro.

–Inquisidor –alejo la mano del Sangheili de su armadura, su rechazo era notorio ahora–. Nos vieron.

Fue realmente objetivo, tras ese cristal dorado se encontraba la mirada celeste más triste de todas.

–¿Qué? –estaba confundido.

–La última vez, nos registraron en video –dijo a secas.

–Se suponía que estamos en un punto ciego –agrego rápidamente–. Era seguro que ninguno saldría perjudicado.

–Nunca fue seguro –admitió.

–Tal vez te abandono la suerte –bromeo el hereje.

Suerte, rió para sus adentros.

Jamás había tenido suerte, fueron casualidades, tal vez ella lo había malinterpretado por que la suerte no existe.

–¿Quieres decirles (a ellos, la ONI, UNSC, todos los que te temen)? –le cuestiono, su voz era seductora ahora, no parecía que eso le afectase en lo más mínimo aquella información–. Estoy en contra de toda ideología de Sanghelios, la unión de parejas no solamente debe ser para nuestra reproducción, quiero elegir a alguien que amo.

–No –negó varias veces con su cabeza, volviendo alejar la mano de Thel–. Lo mejor sería dejar esto por un tiempo.

Los encuentros furtivos eran algo que el Inquisidor guardaba con cariño cada momento, muchas veces le había proclamado amor al Spartan, todas las veces fue rechazado o simplemente ignorado, al menos la primera vez escucho la respuesta que nadie hubiese imaginado.

Muchos se dieron cuenta que su líder parecía decaído cuando regresaba de lo que según eran "planes estratégicos que discutía en privado con el Demonio", algunos pensaban que su amistad parecía decaer –quizás por la guerra, quizás por la distancia, habían distintos comentarios al respecto– otros más opinaban que el Spartan estaba sumido en su propia miseria alejaba a los que habían podido penetrar en esa coraza que lo alejaba de relaciones interpersonales y unos más creían –sus descabellados pensamientos los llevaban a sacar esas conclusiones– que la química entre esos héroes de guerra había desaparecido.

Dirty DealsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora