Capítulo nueve

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Chad en multimedia.

***

Harry

Apreté los ojos con fuerza cuando el sonido de mi móvil comenzó a resonar por toda mi habitación.

Con bastante pereza abrí mis ojos para mirar la hora en mi pequeño despertador. Dos y cincuenta y seis de la mañana. ¿Quién coño molesta un lunes a esa hora?

Tanteé bajo las sábanas hasta dar con el dispositivo, deslicé mi dedo sobre la pantalla y cerré los ojos cuando la luz me cegó.

-¿Hola?

-¡Oh Dios mío, Harry!- me reincorporé en la cama al escuchar el grito de Abigail, intenté abrir mi boca para preguntar pero ella volvió a hablar-Jamás volveré a ver el helado de vainilla de igual manera, santo Dios.

Sonreí.

-Ya los leíste- no era una pregunta, mi voz salió rasposa.

-Los tres, no he hecho otra cosa desde el viernes- la sentí suspirar-¿Crees que si viajo ahora mismo a Seattle encontraré a alguien como Grey?

-¿Alguien que te azote sin piedad?- jugué con ella.

-¡No!- Abby estalló en carcajadas-Alguien que me ame de esa manera.

-Nada pierdes intentando- bostecé y la escuche reír.

-Lo siento por despertarte.

-No pasa nada, me alegra ser yo la persona que cambio tu manera de ver ese libro.

Se hizo un pequeño silencio entre nosotros así que cerré un poco los ojos.

-¿Vas a hacer algo mañana?, bueno, hoy más tarde- lanzó una risa nerviosa.

-Bueno, tengo que trabajar por la mañana , me cambiaron las horas por ser verano, entonces tengo la tarde libre.

-¿Quieres hacer algo?- preguntó con suavidad.

-¿Algo cómo qué?

-Ir por un café, o algo- su voz sonaba insegura, ella era tan linda.

-Claro que sí Abby, ¿Dónde?

-¿Coffee break?

-Excelente, me gusta el lugar,¿Quieres qué pase por ti o...?

-No, tranquilo, puedo ir por mi cuenta, nos vemos allí, a eso de las,¿cuatro?

-Perfecto-sonreí mientras jugaba con una de los hilos sueltos de mi edredón.

-Vale, entonces nos vemos, y de nuevo siento mucho lo de despertarte.

-Valió la pena- la linea se quedó en silencio, podía escuchar su lenta respiración.

-Adiós- dijo con rapidez antes de que la línea quedara muerta.

Lancé el teléfono a un lado de la cama y con una sonrisa volví a dormir.

*
Mi pie tocaba suavemente el suelo y me arrepentí enormemente de haber decidido llegar cuarenta minutos antes al café.

Pero joder, no quería que ella llegara primero.

Volví la vista a mi móvil y verifiqué que ya solo quedaban 17 minutos para las cuatro.

-¿Ya vas a ordenar o..?- rodé los ojos cuando la mesera volvió a acercarse a mi, está era la quinta vez.

-Estoy esperando a alguien- repetí.

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