Mucho gusto. 1

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Es viernes, y estoy sentada frente a mi psiquiatra como todos los viernes. Nunca fallo a esta cita.


Fuentes ha sido mi doctor desde que tengo 8 años. Por mi edad, para ese tiempo, debía ser atendida por un psiquiatra infantil, pero mi papá lo convenció para que tomara mi caso. Ya que era un gran amigo de él. Ellos se conocieron en la facultad de psiquiatría, pero mi padre fue obligado por su padre a abandonar la carrera y estudiar empresariales para que siguiera al mando del negocio familiar y muy a su pesar, así lo hizo. Mi padre, Alejandro Monsalve se convirtió en un empresario muy importante, y proveniente de una familia muy reconocida, nuestros negocios iban desde distribuidora de alimentos, hasta transporte aéreo y marítimo. El consorcio Monsalve es reconocido a nivel mundial y somos una de las familias más ricas de toda América y el mundo.


- Nunca me darás de alta Fuentes? - le dije con mi sonrisa cínica mientras veía los peces que tenía en su consultorio.


- Puedes dejar de ver a mis peces? Y sabes que mientras tenga vida, Alejandra, siempre seré tu doctor.


- Si el problema es que estés vivo, sabes que lo podemos solucionar - le dije mientras golpeaba la pecera con mis uñas.


- Con los años te haces más graciosa, no entiendo cómo estás a cargo del consorcio Monsalve ahora que tú padre murió, podrías dedicarte hacer los famosos stand up comedy que tanto están de moda-


- Lo pensaré. - mientras me ponía de pie y tomaba mi bolso. - por tu ahora me iré a dirigir la empresa, hasta el próximo viernes Fuentes-



Bajé por la escaleras los 3 pisos, nunca me gustó estar en un espacio pequeño y encerrado con desconocidos, compartir lo que suponía mi espacio me era insoportable. Ya mi chófer me esperaba con la puerta del auto abierta, me esperaba un día largo, lleno de reuniones y acuerdos millonarios.


Subí a mi oficina por mi ascensor privado, lo mandé hacer para mí cuando fui nombrada por mi padre vicepresidente del consorcio, fue la única exigencia que le hice. Antes de eso, subía por el ascensor común, pero todos los empleados sabían que no podían montar en el cuando yo lo usaba.


No había un solo día desde que me auto obligué a seguir ciertas normas que no las enumerara en mi mente.


1) Ser amable con todos.


2) No maltratar a ningún ser vivo


3) Sonreír cuando alguien me sacaba se mis casillas y responder amablemente.


4) No jugar con fuego (literalmente)


5) No debo ver a una persona a los ojos por más de 1 minuto seguido.



Para una persona normal, estas reglas podían ser estúpidas, pero para mí era la base de mi existencia. Los únicos hombres que me han conocido muy bien han sido mi papá y mi doctor. Mi padre lo supo desde que tenía yo tenía 5 años. Intentó ayudarme, pero tuvo que recurrir a su amigo psiquiatra. Mi familiares nunca entendieron el cuidado que me daba mi papá, siempre lo tildaron de sobreprotector conmigo, cuando mi padre lo que realmente estaba haciendo era proteger al mundo de mí. Solo con el y con Fuentes podía hablar de mis verdaderos deseos, de mis fantasías. Ellos me supieron guiar, y gracias a ellos debo decir que en mis 29 años de vida no he asesinado a ningún ser humano, lástima por los miserables gatos, perros, lagartijas, y pájaros que se cruzaron en mi camino. En esos años, aún la regla de no maltratar a seres vivos no existía para mí, el último animal desdichado que cayó en mis manos fue el perro de mi vecina, ya era un pobre viejo animal enfermo, así que creo que le hice un favor. Pero desde los 15 años ya no he matado a nada, y aunque el deseo sigue allí, se que ya matar a un animal me haría desear ir por algo más grande, así que no me atrevo ni a matar una mosca ahora.


Desde muy corta edad mi papá sabía lo que yo era, mi psiquiatra le puso nombre: Trastorno antisocial de la personalidad. Psicópata.



Podría alguien como yo sentir empatía o amar por primera vez? Es verdad que el amor lo cura todo?... No lo creo.


Sin Sentimientos. Mi Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora