Cinco.

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-Hey, tranquilo, todo estará bien.- Escuchar su voz a través del teléfono de alguna manera era tranquilizante.

Se limitó a respirar con un poco de dificultad, no quería una ataque de asma, aunque nunca había tenido antes, prevenir no estaba mal.

Se había convertido en casi una costumbre aquellas llamadas en la madrugada, sí, en esas en las que se limitaba a escucharla a hablar, en la enorme oscuridad de su gigante habitación, entre sábanas de seda.

-Gracias por contestar, mejor dicho, escucharme.- La voz de Barron sonaba algo triste, era un tono muy característico de él, o eso consideraba la pelinegra con los ojos cansados al otro lado de la llamada.

No había un comienzo muy definido, simplemente un día iniciaron las llamadas en la madrugada, veía las estrellas pegadas en su habitación y el chico se acercaba a su ventanal para la mejor vista de la ciudad, cada quién a su manera.

-No te preocupes.-Rió para luego bostezar.- Me agradan estas llamadas ¿A las tres A.M?

-Cuatro.

-Oh, cuatro, no veo bien la hora.- Su voz sonaba algo animada, y era algo característico en ella según él, realmente creía que era algo peculiar porque siempre parecía estar feliz, lo que le hizo preguntarse internamente que ocultaba, era joven y rico, no un idiota.

Mirando la oscuridad pudo haberle dicho que fuera a dormir, que era la mejor opción y que era considerado por la jornada de estudio que tendrían mañana.

Pero se dio cuenta de que era muy egoísta porque no quería que ella colgara, ni dejar de escuchar su voz en la madrugada.

-No hay tiempo para dormir.- Dijo en un tono monótono, la chica al otro lado de la llamada se extrañó por el cambio abrupto de voz que tuvo

E iba a contestar algo más para confirmar que se encontraba bien, pero justamente volvió a pronunciar otras palabras el rubio.

-Viviendo en un sueño.-La manera en que lo decía, la hacía pensar en una persona de poco talento para interpretar cualquier cosa.

Se imaginó a William tratando de recitar un poema, y la simple imagen mental la hizo ahogar una risa.

-Así que llévame al paraíso.- Completó ahora la chica con mucha seriedad, quizás esa era su forma de complicidad, ambos de alguna manera comprendían cuando podían hablar de manera gracioso y cuando no debían hacerlo, lo llevaban haciendo por algún tiempo también.

-En tus ojos.-Dijo él de manera lenta.

-Verdes como el dinero americano.- La canción la conocían, ambos lo hacían, Barron pensaba que no la reconocería.- En realidad sería "Azules como el cielo americano".- Argumentó al pensar que el color no coincidiría con la realidad.

-Quizás, dulce como la miel de Tennessee.- La parte que se había saltado era intencional, ella lo supo.

-Llévame al paraíso en tus ojos, azules como el cielo americano, ¿Es una mejor versión, no?- Recordó el instrumental de aquella canción de Borns y le pareció hermosa, quizás se volvería su favorita de ahora en adelante.

-O quizás, llévame al paraíso en tus ojos, dorados como el sol en verano, me agrada más esta versión.

-Ambas son buenas.

-Sí, ambas lo son.

La rutina diaria era consumidora, quizás por el nivel de exigencia que tenían todos los días, sin embargo eso no les impedía enviar un par de mensajes.

Melanie consideraba a William un chico realmente adorable, en aquel colegio de niños ricos, pensaba que quizás él, además de James eran las únicas personas con las que podía hablar libremente y no necesariamente de dinero, además de lo más importante, podía entender de qué estaban hablando.

¿Hay diferencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora