I'm with you

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Leer sus mensajes había sido el primer error de la semana. Responderlos había sido el segundo.

Ahora estaba allí, en el frío, viendo como el agua corría sin rumbo debajo del puente y oyendo el sonido lejano de algunos cláxones. Hacía frío, pero cuando lo vio a la distancia, caminando hacia ella, todo eso desapareció.

Sonrió y el ruido de la ciudad, el sonido del agua, ¡Todo!, se esfumó en un tercio de segundo.

Nicolás caminó hasta ella con las manos enterradas en los bolsillos de su enorme chaqueta. Un gorro le cubría parte de la cabeza y una bufanda negra rodeaba su cuello.

Sobraba decir que todo le sentaba muy bien.

-¿Has estado esperando mucho tiempo?—preguntó cuando estuvo lo suficientemente cerca de Grace. Su aliento se combinaba con el frío, por lo tanto una nube se formaba delante de su boca cada vez que hablaba.

-No—mintió ella buscando una expresión en el rostro del castaño—, acabo de llegar.

-Bien—respondió él sin mirarla.

-Bien.

Nicolás bajó la vista, se quedó por unos segundos en silencio y luego miró fijamente a Grace. No podía hablar con ella mirándolo así, con desesperación, como si esperara que en cualquier momento la besara.

-Grace, escucha—comenzó con voz cortante, aunque esa no era su intención inicial—, tienes que devolverme mis cosas.

Ella lo miró con expresión incrédula. ¿Para eso la había citado?, ¿Para pedirle que le devolviera sus malditas historietas y demás?

-Yo ya te he devuelto las tuyas, y me tengo que mudar mañana. Necesito mis cosas.

Grace frunció el ceño y miró hacia otro lado.

-No me has devuelto todas.

-¿Eh?

-¿Qué hay de la bufanda?

-La he perdido—mintió. No podía decirle que ya la había empaquetado junto con sus pertenencias más preciadas.

Grace tragó saliva. La bufanda que le había regalado su difunto padre ahora estaba en quién sabe dónde. Y todo por no pedírsela a tiempo al chico desvergonzado que estaba frente a ella.

-Te enviaré tus cosas mañana temprano.

-Las necesito esta noche.

-He dicho que mañana temprano—refutó con la voz entrecortada. Una lágrima se escapó de sus ojos y ella la limpió de inmediato con la manga de su chaqueta.

Nicolás bajó la mirada. No quería verla llorar.

-¿Eso es todo?—preguntó, deseosa por irse.

-No—Nicolás volvió a mirarla, buscó su mirada pero no la encontró, ella no quería mirarlo. Nicolás suspiró y se enderezó—, Grace…ya no podemos seguir viéndonos, ni hablar, ni enviarnos mensajes. Quiero comenzar una nueva vida y yo…yo no quiero que formes parte de ella—hizo una larga pausa para ver como reaccionaba Grace, pero ella tenía una expresión neutra, como si su mente se hubiera perdido—. Deberíamos fingir que nunca nos hemos conocido. Será lo mejor, hay que olvidarnos de todo.

El silencio reinó en el lugar. Pero al poco rato Grace abrió la boca y habló:

-Por mí genial.

Eso le dolió a Nicolás.

-Pues bien.

-Mañana te enviaré tus cachivaches con Alan.

-Estupendo

Nicolás le tendió la mano, Grace la rechazó. Él volvió a guardarla y ella pasó de él, dejándolo solo en el puente.

Las lágrimas ya rodaban por sus mejillas, como tibias muestras de dolor. No fue directamente a su casa. Buscó un rincón oscuro, tal vez un callejón y cuando estuvo completamente segura de que no había nadie cerca empezó a llorar.

Maldito Nicolás, maldita bufanda, maldita ella por seguir amándolo.

Por su parte, Nicolás sorbió por la nariz y se limpió los ojos. ¿Por qué le dijo eso?, ¿Por qué no le dijo que lo necesitaba?

Si tan solo ella le hubiera dicho que lo había extrañado él ya no tendría que fingir que Grace no le importaba. Pero…¿cómo esperaba que le dijera aquello?, él le había roto el corazón. ¿Cómo se supone que Grace le diría que lo necesitaba si él le había dicho que la quería fuera de su vida?

Grace corrió debajo de la lluvia, refugiándose debajo de cualquier sobrante de techo. Esa lluvia no le hubiera molestado en lo más mínimo si las cosas hubieran resultado como pensaba. Si Nicolás y ella hubieran arreglado las cosas ya nada le molestaría. Pero ahora estaba sola. Nadie la tomaba de la mano ni nadie la llevaría a su casa. Era una maldita noche fría.

Pero, a pesar de todo, su corazón todavía seguía con Nicolás.

No podía odiarlo, tal vez solo momentáneamente, pero no podía odiarlo a largo plazo.  A la larga terminaría pensando que todo había sido culpa suya, porque su corazón todavía estaba con Nicolás. Lo más profundo de ella todavía estaba con Nicolás. La antigua Grace aún seguía con Nicolás.

La nueva Grace maldijo todo, incluida la vieja versión de ella. Nicolás amaba a la antigua Grace, pero esa Grace se había perdido hace mucho.

Ambos se habían enamorado de las versiones antiguas de ambos. Un Nicolás dulce, una Grace tierna.

Pero, aun así, su corazón todavía seguía con él.

IrresistibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora